Ramón Lucio.-
Originario de África, los árabes lo cultivaron y lo comercializaron. Hasta el siglo XVII el café no llegó a Europa. Y hasta mediados del siglo XVIII no se introdujo en España, gracias a los italianos que acompañaban a los Borbones desde 1700.
La primera vez que aparece la palabra café en España, como la planta y bebida, es en el Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española, en 1726.
España, concretamente el Valle de Agaete en la isla de Gran Canaria, mantiene una pequeña y residual producción de café.
El cultivo de café llegó a Canarias en 1778 por orden de Carlos III. El monarca encomendó localizar suelos donde plantar semillas y plantas de América y Asia. Las primeras semillas de café se plantaron en Tenerife, en La Orotava. De ahí pasaron a Gran Canaria y a La Palma.
Sólo los cafetales del Valle de Agaete se han mantenido hasta la actualidad. En 1764 se abre el primer café en Madrid, la Fonda de San Sebastián, situado en la céntrica calle Atocha. A partir de este momento fueron muchos los establecimientos de café que aparecieron en ciudades como Madrid y Barcelona.
Cádiz, ciudad de ideas liberales, fue en esta época la capital española del café. En 1802 había 23 establecimientos de café que eran a la vez centros de reunión y debate político. El consumo de café en España hasta finales en el siglo XIX no estaba del todo extendido ni era la bebida más popular. De hecho, el chocolate caliente era la bebida más consumida entonces, por delante del café. El chocolate, planta originaria de México, fue traída a España por Hernán Cortés en la década de 1520 y fue en el actual Monasterio de Piedra, en el año 1534, dónde por primera vez se elaboró el chocolate en su cocina monacal.
La cafetera italiana no llegó a España hasta mediados del siglo XX y las cafeteras expreso se popularizaron después de la Segunda Guerra Mundial. Nuestros bisabuelos se preparaban el café en una olla, el conocido como café de pote o de puchero. Agua caliente, café molido y colado a través de una tela fina. Así era el primer café que se tomaba en España. Durante el siglo XIX se consumía café de España que llegaba desde Hispanoamérica. Con la pérdida de Cuba, el café español solo provenía de Guinea y de la pequeña producción canaria. Y por supuesto, no era suficiente. Por ser más barato, seguramente, el café fue suplantando a nuestro chocolate hasta desplazarlo de nuestra costumbre en el desayuno y la merienda. En Europa no era habitual el chocolate, ya que era más caro que el café, solo era popular en la repostería. Café e infusiones era lo normal.
En los años de la Segunda República, en España se compraba café de Venezuela, Colombia, Puerto Rico y Brasil, entre otros. Entonces, el precio del café ya estaba regulado por ley. En 1932, una taza no podía costar más de 35 céntimos de peseta, 0,0021 céntimos de euro actuales.
Tras finalizar la Guerra Civil y después de la Segunda Guerra Mundial, el Gobierno declaró el café Comercio de Estado. Era el Estado el único que podía importar café y regulaba los precios de venta.
El café torrefacto se patentó en España. El empresario español José Gómez Tejedor patentó en 1901 el torrefacto, un tipo de tostado que alargaba la conservación del café durante 6 meses. El café torrefacto se popularizó desde entonces tanto en España como en muchos países latinoamericanos.
El café torrefacto se obtiene de tostar los granos de café con azúcar. El azúcar forma una capa entorno al grano que lo protege, aunque también añade sabores tostados muy potentes. El café solo doble se llama café nunca mais en Lanzarote. Pero si quieres un café corto en Málaga, pide un sombra. El café con leche de media mañana en Madrid es un mediana. Si lo quieres con la leche templada, pide un mitad y mitad, es decir mitad leche caliente, mitad fría. En Málaga, donde existe todo un vocabulario cafetero propio, puedes pedir un nube con leche, que contiene un 10% de café y un 90% de leche. El blanco y negro en Valencia es otra cosa, un café granizado con leche merengada. El Belmonte murciano y almeriense con leche condensada y brandy, el catalán con licor de crema catalana, el café con gotas gallego con orujo, el soldao zaragozano con Cointreau y gaseosa o el rebentó balear con ron, entre muchos otros. En España se consumen 14.000 millones de tazas de café al año. Consumimos 4,5 kg de café por persona al año, muy lejos de los 12 kg por persona de Finlandia, son los países nórdicos los más cafeteros, seguidos de Países Bajos y Suiza.
En nuestro país, el café con leche es el más popular y 6 de cada 10 españoles no cambiaríamos al café por ninguna otra bebida. España es el país con más densidad de bares, con un establecimiento por cada 175 habitantes. En total, hay más establecimientos de restauración en nuestro país que en todos los Estados Unidos. Desde el café de pote de nuestros abuelos hasta hoy el café ha cambiado sustancialmente. Las cafeteras italianas domésticas y los cafés expreso de las cafeterías mantienen su presencia, mientras que el café en cápsulas se ha asentado en muchos hogares.
En las grandes ciudades han aparecido establecimientos que ofrecen café de especialidad, de calidad y de cultivo sostenible, preparado con métodos de extracción como la Chemex, la Kalita o Aeropress. Nuevas tendencias que ponen de manifiesto que el café, en realidad, nunca pasa de moda.
Solamente el 35% de los usuarios piden café descafeinado.