De las civilizaciones antiguas que conocemos, muchas han sido borradas por el paso del tiempo. Una de ellas es el reino de Aksum. Se trata de una de las civilizaciones más poderosas que floreció en el noreste de África, lo que hoy sería Etiopía y Eritrea, y a cuyos habitantes Diodoro de Sicilia -siglo I a.C.- ya llamaba Acridophagi (de Acrididae, acrídidos) o “comedores de langostas y saltamontes». Aunque no es tan conocida como los imperios romano o persa, el reino de Aksum dejó huella gracias a importantes logros en el comercio, la arquitectura y la tecnología.
Un centro comercial en el Cuerno de África
En su máxima expresión, entre los siglos I y VII de nuestra era, el reino de Aksum fue uno de los grandes centros comerciales del mundo antiguo. Sabemos que se ubicaba cerca al Mar Rojo, junto a las rutas terrestres que unieron África, Arabia y Asia. Esto permitió que alcanzara un papel primordial en el intercambio de bienes y culturas. Aksum fue conocido por exportar una gran gama de productos muy valorados. Entre ellos, oro, marfil, especias y pieles de animales, los cuales eran demandados en el Mediterráneo y Oriente Próximo. En retorno, importaban productos de lujo como seda, vidrio y artículos manufacturados desde Roma, Persia e India. Este intercambio comercial, según las investigaciones que pudimos hacer con VPNs baratas, fue posible gracias a la creación de una de las primeras monedas acuñadas en el sur de África. Las monedas de Aksum, fabricadas en oro, plata y bronce -se cree que fue el primer estado africano en emitir su propia moneda-, atestiguan no sólo la sofisticación del comercio, sino también la del reino para relacionarse con otras potencias.

Monumentos tallados en piedra que desafían al tiempo
Uno de los aspectos más impactantes que encontraremos en el reino de Aksum es su legado arquitectónico. Entre los elementos más sobresalientes, veremos colosales columnas monolíticas talladas en piedra conocidas como “obeliscos” o “estelas”, y cuyo emplazamiento señala las tumbas de los nobles y soberanos del antiguo reino. Estas supremas estructuras pueden medir hasta 33 metros de altura. Por otro lado, el obelisco de Aksum que hoy vemos en pie como símbolo del ingenio de la civilización -fue reerigido en 2008 tras ser devuelto por Italia, que lo había llevado a Roma en 1937 como trofeo de guerra-, es una obra maestra que une el diseño artístico con el simbolismo religioso. Muchas de sus estelas fueron decoradas con grabados geométricos y representaciones de edificios.

Innovaciones tecnológicas y agrícolas
El afianzamiento de Aksum también se basó en sus adelantos tecnológicos, particularmente en agricultura y gestión del agua. Al encontrarse en un área con un terreno difícil, los aksumitas desarrollaron técnicas de cultivo en terrazas. Gracias a esto, pudieron mantener una producción agrícola continua. Al mismo tiempo, crearon innovadores y eficaces sistemas de irrigación para aprovechar el agua. Los sistemas tenían embalses y canales que ayudaban a distribuir el líquido en los cultivos. La innovación no sólo permitió la autosuficiencia, sino que el excedente se comercializó, incrementando también el comercio de los aksumitas.
Aksum y el cristianismo
Dos reyes aksum fueron especialmente relevantes: Ezana y Kaleb.
Ezana, que reinó en torno a los años 320 y 360, fue el primer monarca aksum en convertirse al cristianismo gracias al misionario sirio Frumentio, que fue su tutor y su confesor, y que, tras la declaración de esta religión como oficial, se convirtió en la cabeza de la Iglesia de Etiopía.
Kaleb, que reinó en el siglo VI y ya vivió un reino aksum plenamente cristianizado. llevó al reino a su máxima expansión geográfica, llegando a conquistar el reino de Kush, el vecino sureño de Egipto, y el de Yemen, con apoyo del Imperio bizantino. El avance del islam y el aislamiento en el que Etiopía permaneció durante la Edad Media, al ser el único país cristiano en un continente cada vez más islamizado, hicieron que el reino Aksum, tras declinar políticamente, cayera en el olvido hasta la época moderna.
Etiopía sigue siendo un país único en su continente por su deriva religiosa, y Aksum fue el germen del Estado moderno que conocemos hoy en día. La cultura aksum dejó tras de sí varias muestras de la grandeza que llegó a tener en su día. Una de las principales fue el alfabeto ge’ez, que se sigue empleando para los textos litúrgicos de las Iglesias ortodoxas africanas. Por cierto, se cuenta que es el supuesto lugar de descanso del Arca de la Alianza.
El reconocimiento de Aksum como una civilización moderna y adelantada a su tiempo se lo debemos a las investigaciones arqueológicas y a los estudios históricos. Además, en 1980, la UNESCO incorporó Aksum a su lista de Patrimonios de la Humanidad.