REDACCION. M. Recio. suiteinformación.- El abuso de la ley es la acción más reprobable de un político en una democracia.
Estamos acostumbrados en España a leyes maleables que se interpretan y aplican a gusto de una judicatura cuyo índice de aceptación social está en mínimos históricos. Una reciente encuesta de Metroscopia señala al Poder Judicial como el mejor valorado. Pero solo un 56% opina que la acción judicial es buena. Un 72% que es lenta y un 79% que no cuenta con recursos suficientes para funcionar con eficacia. El resultado del funcionamiento efectivo de los responsables de administrar justicia es desalentador. Eso lo comprobamos diariamente.
El Principio de Igualdad que consagra el art. 14 de nuestra Constitución carece de eficacia, entre otras razones porque no es más que una vacía e inactiva declaración de intenciones. No todos somos iguales ante la ley, debido a que se constatan privilegios de parte de la ciudadanía, que no es tratada con la misma vara de medir. Es más, los propios elegidos para legislar no respetan la norma básica organizativa de la institución. La mayoría borra al potencial control de la minoría y el ilícito queda impune porque actúan sin control.
Es lo que está ocurriendo en el Congreso de los Diputados. Muy mal por la mesa y su Presidenta, máximos responsables de su correcto e impoluto funcionamiento. No pueden ponerse a las órdenes del gobierno en funciones y sus intereses. ¿Por qué tanta prisa en convocar los dos plenos de investidura siendo el candidato a la presidencia del Gobierno Alberto Nuñez Feijoo y la asombrosa lentitud para hacerlo ahora cuando el candidato es Pedro Sanchez Pérez-Castejon?. Sin prisas, los hacedores del pacto por el desmembramiento del Estado están trabajando y hay que dejarles hacer con tranquilidad. Mientras los españoles se debaten entre seguir o parar, vivir en España o cambiar de país de residencia, invertir o desinvertir, ampliar o reducir sus empresas o…echar el cierre para siempre.
Demasiadas cargas para todos; precios que están convirtiendo en lujo a ciertos alimentos, una presión fiscal insoportable controlada por comisionistas de la inspección, la vivienda en venta o alquiler un privilegio para ciertos elegidos….y más de 21 millones de personas dependientes de ingresos que provienen del Estado, un 44 % del total de la población en España.
La deuda pública se había situado en el 111,2 % del Producto Interior Bruto en el segundo trimestre de este año y sigue creciendo. Un gobierno con un presidente, tres vicepresidencias y 22 ministerios y que para llegar a conformar el próximo gobierno Frankestein, es posible que aumente…. Hacia dónde caminamos?
De boca de S. M. el Rey, en su discurso de entrega de premios de la Fundación Princesa de Asturias en Oviedo, hemos podido oír que saldremos de nuestros problemas si nos mantenemos unidos y no divididos. Sabia reflexión. ¿Pero cómo se consigue unir a un país en el que cada cual campa por sus respetos, atiende a lo propio en detrimento de lo ajeno y está claramente dividido en dos y respirando en un ambiente prebélico? Ya no se puede hablar de política en familia o con amigos, con quien disiente pues se corre el peligro de llegar a las manos. Hay una ausencia clara de líderes que con responsabilidad actúen en defensa del bien común, dejar de liderar grupúsculos para dar un mensaje conjunto dirigido a toda la ciudadanía. Si la segunda autoridad del Estado, la Presidenta del Congreso de los Diputados actúa de la forma en la que hace gala desde su elección, su mal ejemplo partidista al no respetar el Reglamento del Congreso de los Diputados de 10 de Febrero de 1982, como ya ha hecho y ahora dilatando el plazo de convocatoria del pleno de investidura, abusando de su poder, hemos de concluir que todos los esfuerzos serán en vano para conseguir una democracia de valores de la que nos sintamos orgullosos.
Pero mientras Doña Paca siga sin tener prisa…. M. Recio.