Este fin de semana, los relojes se adelantarán una hora para dar la bienvenida al horario de verano. El cambio será bien recibido por buena parte de la población, que se beneficiará de más horas de luz al final del día para realizar actividades al aire libre. Sin embargo, este ajuste horario, que se aplica dos veces al año desde hace décadas, siempre genera controversia por las dudas sobre su eficacia en cuanto al ahorro energético y las repercusiones en la salud y el bienestar de las personas.
¿Qué día y a qué hora se cambia al horario de verano?
En la madrugada del sábado 29 al domingo 30 de marzo, cuando las agujas marquen las 2:00, pasarán automáticamente a ser las 3:00, lo que supone una pérdida de una hora de sueño. En Canarias, el cambio se producirá a la 1:00 de la madrugada, en ese momento pasará a ser las 2:00.
Para mitigar los efectos del cambio de hora, los expertos recomiendan seguir algunas pautas que faciliten la adaptación del organismo:
- Ajuste progresivo: adelantar el horario de acostarse y despertarse en los días previos al cambio ayuda a minimizar el impacto.
- Exposición a la luz natural: pasar tiempo al aire libre, sobre todo por la mañana, contribuye a sincronizar el reloj biológico.
- Evitar estimulantes: reducir el consumo de cafeína y la exposición a pantallas antes de dormir mejora la calidad del sueño.
- Mantener rutinas: seguir horarios regulares de comidas y descanso facilita la adaptación al nuevo horario.
- Cuidar la alimentación: incluir alimentos ricos en triptófano, como frutos secos y plátanos, puede favorecer la conciliación del sueño.
¿Por qué se cambia a las 2 de la mañana?
La elección de las 2.00 como momento señalado para cambiar la hora es en gran parte arbitraria. Nada cambiaría si se hiciera un par de horas antes o después. Sin embargo, hacerlo durante la noche minimiza la interrupción que puede suponer. La mayor parte de las personas duermen, por lo que se reduce el impacto en las actividades diarias y confusiones en los servicios.
Además, los sistemas informáticos que se adaptan automáticamente pueden realizar el cambio durante las horas de menor actividad, de modo que haya un menor riesgo de producir inconvenientes a los usuarios. Los demás países europeos que cambian la hora siguen la misma pauta, por lo que permite que exista mayor coordinación.
¿Por qué se cambia la hora en España?
El principal argumento histórico para justificar el cambio horario ha sido el ahorro energético, al aprovechar mejor la luz solar. Sin embargo, varios informes han puesto en duda este beneficio. Si bien se podría reducir el consumo eléctrico en iluminación, este ahorro es marginal y se compensa con un posible aumento en calefacción o aire acondicionado, según la época del año y la geografía de cada región.
En 2018, la Unión Europea realizó una consulta pública en la que cerca de la totalidad de los participantes se mostraron a favor de eliminar los cambios estacionales de hora. Como respuesta, en 2019 el Parlamento Europeo aprobó una resolución para que cada país decidiera si quería mantener el horario de verano o de invierno de manera permanente a partir de 2021. Sin embargo, la falta de consenso entre los Estados miembros ha pospuesto esta decisión indefinidamente.
En España, la mayoría de la población también quiere eliminar el cambio, según el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicado en noviembre de 2023. El 65,8% de los encuestados preferiría erradicar este ajuste y solo un 22,5% lo mantendría. Siete de cada diez españoles optarían por el horario de verano y únicamente dos por el de invierno.
Sin embargo, la European Sleep Research Society (ESRS) difundió en 2019 una posición oficial en la que agumentaba que, desde el punto de vista científico, el horario de invierno es mejor opción para nuestro reloj biológico. Según los expertos, reduciría la somnolencia diurna, la depresión estacional y las alteraciones del sueño.
¿Hasta cuándo dura el horario de verano?
Mientras el debate sigue abierto en la Unión Europea, España continúa aplicando los cambios horarios, al menos hasta 2026, según la legislación vigente.
El Boletín Oficial del Estado (BOE) ha establecido las fechas de los próximos ajustes, con el próximo cambio previsto para el 26 de octubre de 2025, cuando se retrasará el reloj una hora para volver al horario de invierno.
¿Cómo afecta al ánimo y la salud este cambio?
Según un estudio internacional en el que participa el profesor Darío Acuña, del Departamento de Fisiología de la Universidad de Granada (UGR), el cambio horario tiene efectos negativos en el organismo. La investigación muestra que el horario de invierno es más equilibrado, ya que evita la exposición excesiva a la luz a últimas horas del día, lo que podría alterar el sistema cronobiótico de las personas.
El reloj biológico humano, regulado por los núcleos supraquiasmáticos del hipotálamo (NSQ), funciona de manera sincronizada con el ciclo natural de luz y oscuridad. La melatonina, conocida como la «hormona de la oscuridad», es clave en esta regulación. Durante el día, la luz azul inhibe su producción, lo que permite la vigilia, mientras que al atardecer se inicia su liberación, para favorecer el descanso. Alterar este equilibrio puede causar desajustes internos y afectar la calidad del sueño.
Mientras que las variaciones de luz a lo largo de las estaciones se producen con suavidad y permiten la adaptación humana, los cambios de horario artificiales son abruptos.
Los llamados «genes y proteínas reloj» siguen un ciclo de unas 25 horas, aunque se sincronizan a 24 por el ciclo luz-oscuridad, a través de las células ganglionares de la retina, que son fotosensibles. Son las encargadas de informar a las neuronas del reloj biológico sobre el espectro electromagnético que las alcanza en cada momento. Así, el cuerpo sabe calcular la hora, pero también el día del año, como si fuera un calendario. Es una función muy importante para muchos animales, que comparten esta capacidad, puesto que regula sus propios ciclos y les indica el mejor periodo para reproducirse.
Los expertos alertan de que el cambio de hora puede provocar fatiga, dificultades de concentración y memoria y alteraciones en el estado de ánimo. Además, se han identificado efectos a largo plazo, como un aumento en el riesgo de enfermedades cardiovasculares, alteraciones en la presión arterial y afectación de la inmunoprotección, lo que puede derivar en un aumento de las alergias, ataques de artritis reumatoide y patologías relacionadas con el envejecimiento.