Mariano Benlliure,
Un 9 de Noviembre de 1947,
fallece en su casa-estudio
de la calle de Abascal en Madrid;
El escultor español, Valenciano
más famoso del siglo XIX
y parte del XX…
Mariano Benlliure
Escultor Taurino, conoció
y trató a todos los toreros
más importantes de su tiempo:
“El bronce es la materia
más apropiada
para plasmar la sensación
de fuerza y nobleza,
al mismo tiempo…”
Benlliure
«La Tauromaquia
es la pasión que nos une…»
Hagamos de éste 2023
el año más Taurino
a pesar de las adversidades…
Felipe de Jesús Estrada Ramírez.
Cronista de la Ciudad…
(Bibliografía al final del texto)
“Presencié el entierro de Joselito
en mayo de 1920. Fue el acto mismo
que presenciaba el que me sugirió la idea,
y así lo dije a varios amigos
que me acompañaban.
A los pocos meses me visitó
en mi estudio Ignacio Sánchez Mejías
para encargarme el Mausoleo…
Hice el boceto de esta obra
sin pensar siquiera
en que podrían encargármela….
Mariano Benlliure…
Mariano Benlliure Gil, falleció a los 85 años, fue un triste sábado, aquel 9 de noviembre de 1947, se apagaba la vida de uno de los más grandes artistas en su casa-estudio de la calle de Abascal en Madrid. Sus restos fueron trasladados a Valencia con todos los honores, donde fue enterrado en el cementerio del Cabañal junto a sus padres.
Benlliure fue un gran escultor de producción amplia y variada, con dominio de todos los materiales: mármol, bronce, plata, cerámica, terracota o escayola. Su obra, cifrada en unas 4,000 obras se encuentra en muchas ciudades y museos del mundo, pero especialmente en Madrid, España y a la vista del público, formando desde hace años parte del paisaje urbano más representativo de la capital, como es el caso del monumento a Alfonso XII en el Parque del Retiro o el erigido en homenaje a Castelar en pleno Paseo de la Castellana. Benlliure no fue un aficionado a los toros, pero le atraía la plasticidad de la fiesta, sus aspectos artísticos, la anatomía del animal al que supo representar con toda su fuerza y libertad de movimientos.
Mariano Benlliure nació el 8 de septiembre de 1862 en el barrio del Carmen, en Valencia, España, en el seno de una familia de artistas: su padre Juan Antonio Benlliure Tomás era pintor decorado. Su pasión por la escultura se despertó en su niñez, fue autodidacta y no asistió a ninguna academia, ni escuela artística, aunque sí se inició en las técnicas en diferentes talleres.
“Viví casi en la miseria y aun sin mentir, podría suprimir el casi. Mi padre fue un pintor decorador modestísimo, un verdadero obrero, y además con varios hijos. Desde bien pequeños, mis hermanos y yo tuvimos que ayudar para sacar la casa adelante, y aun así no nadábamos en la abundancia. Mi padre, eso sí, tuvo el gran talento de dejarnos a mis hermanos y a mí completa libertad, no contrariando ni un momento nuestras instintivas inclinaciones. Nos legó poca herencia, pero buena herencia. Aprendimos de él dos virtudes a las que debemos todo: nos enseñó a trabajar y a agradecer. El buen artista ha de ser así, hombre de gran amor propio, devoto y agradecido a cuantos le facilitan los medios con que desarrollar su ideas artísticas (…). Creo que los escultores debemos contar con dos cosas esenciales: inspiración artística y conciencia de obrero. La primera, Dios me la otorgó y la segunda, la aprendí de mi padre”. Benlliure
Mariano perteneció a una familia humilde que, con el tiempo, aportaría dos destacadas figuras al mundo del arte: los pintores Juan Antonio y José Benlliure, sus hermanos mayores. Mariano expuso su primera obra a los nueve años. Mariano desde su niñez, se dedicó a la pintura de temática taurina, tenía un especial interés por los toros desde la misma niñez: “Mi primera obra conocida fue un grupito de asunto taurino, modelado hacia los seis años: Frascuelo entrando a matar. A éste le siguieron, pronto, La cogida de un picador, La cogida de Frascuelo… Frecuentó las plazas de toros siempre que su estancia en España se lo permitía, pues, como artista se halló siempre subyugado por la energía y el dinamismo que emana (y más en aquellos tiempos) la corrida de toros, así como por la tremenda dificultad de su plasmación. Nos lo cuenta él mismo:
“Difícil tarea es llevar a la materia los momentos verdaderamente escultóricos de la lidia, que, sobre ser interesantísimos, son también numerosos. Hace falta una memoria privilegiada para tener presente cada uno de ellos después de vistos y forjarse en el cerebro como una placa fotográfica para después, en el estudio, modelar ese “momento justo”, esas suertes diversas de la lidia, tan espontáneas y artísticas, y la dificultad está precisamente en la razón sencilla de que el torero y el toro no hay forma de que puedan “posar” juntos y en esos instantes críticos. De ahí que conserve yo cientos y cientos de apuntes rapidísimos tomados del natural sobre la hoja del álbum que siempre llevo conmigo a la plaza y hasta en algunas ocasiones en la misma localidad, cuando he agotado el álbum y necesito un detalle determinado. También suelo tomar apuntes en los corrales, desde un burladero, así como fotografías, que todo ello presta un señalado servicio a mi trabajo. En el campo, en la ganadería de mi buen amigo el Duque de Veragua (q.e.p.d.), gracias a su bondad realicé en muchas ocasiones bastantes estudios de sus famosos toros, trabajos ejecutados en plastilina que luego vacié al yeso y que, de una manera magnífica, sirven para modelar, sobre todo la parte anatómica, ya que son estudios del natural y, algunos hechos con bastante detenimiento… El toro, sobre todo, el de aquella época, tan bravo que se arrancaba ya de salida a los picadores, se presta para modelarlo en bronce y, a pesar de todas las dificultades, es el animal astado más español y más decorativo…” “Recuerdo que en una ocasión, viendo una corrida de Veragua, aquellos veraguas tan bravos, en una vara cayeron ante el empuje del animal, picador caballo, y, arremetiendo contra el caballo, lo levantó en el aire con silla y arreos en un esfuerzo gigantesco. Hice allí mismo un apunte y luego modelé Las dos víctimas de la fiesta…” Mariano Benlliure.
En un viaje a Roma, en 1879, Mariano determinó su vocación exclusiva de escultor, después de conocer la obra de Miguel Ángel. Su estilo se caracteriza por una cuidada ejecución dentro del realismo anecdótico. Sus obras recogen hechos cotidianos y tipos de la calle. Realizó, además, numerosos monumentos dedicados a relevantes personalidades como, por ejemplo, Alfonso XII o Isabel la Católica. Muchas de sus esculturas se han convertido en iconos del Arte Realista: El entierro de Joselito, Antonio Trueba, el Mausoleo de Gayarre, Las dos víctimas de la fiesta, todas ellas resultan familiares incluso sin ser un aficionado al arte. Y lo más asombroso es que sus obras, además, son capaces de transmitir una emoción neta y un carácter individual, de modo que el público queda prendido en su contemplación aún sin quererlo. Mariano en su faceta taurina, fue el hombre que supo plasmar como nadie, el dramatismo de la lidia y lo que ella tiene, cuando hay autenticidad, de épico y grandioso… La temática taurina fue fuente de inspiración artística para que Mariano creara carteles de importantes corridas de toros, así como pinturas al óleo, acuarelas y pequeños apuntes. Benlliure es conocido sobre todo por su obra escultórica, que le consagró como un maestro de la escultura taurina y, teniendo en cuenta el conjunto de su obra, uno de los escultores españoles más famosos de finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Por ello, a lo largo de su carrera, obtuvo numerosos galardones, recibió incontables menciones honoríficas y logró muchos premios en certámenes nacionales e internacionales. Fueron dos obras que el genial artista valenciano presentó en el año 1900 en la Exposición Universal de París: “La estocada de la tarde” y “Primer tumbo”. Esta última escultura citada fue adquirida por el estado francés para el Museo de Luxemburgo y actualmente se expone en el Museo de Orsay. Otra obra singular de Mariano Benlliure es la que lleva por título “El coleo”, en la que representa a un toro que lleva clavada en su costado una vara quebrada y que, tras derribar al caballo y al picador, se revuelve pisoteando al varilarguero y a su montura, al tiempo que un torero trata de hacer el quite coleando al astado. Este conjunto escultórico fundido en bronce, que fue presentado en Madrid antes de ser enviado por Benlliure a la Exposición Internacional de Roma de 1911, está emplazado actualmente en el municipio de Güines, La Habana, Cuba; y es, curiosamente, la única escultura taurina que está emplazada en un lugar público de la isla y hay otra obras de Mariano el panteón de la familia Falla Bonet, ubicado en el Cementerio de Colón en la isla caribeña.
El más importante de todos los monumentos taurinos que creó Mariano Benlliure tiene como motivo, triste motivo, la muerte del torero José Gómez Ortega Joselito “Gallo”, ocurrida el 16 de mayo de 1920 en Talavera de la Reina, tras resultar corneado por el toro Bailaor, de la señora viuda de Ortega. Por encargo de la familia, Mariano Benlliure diseñó y creó el monumental “Mausoleo de Joselito”, el más grande los toreros clásicos, y cuya muerte, prematura e inesperada, provocó una gran conmoción en toda España. Por ello, sin duda, Benlliure concibió la obra representando al pueblo, el sevillano y el de toda España, con gentes de todo sexo, edad y condición, portando el féretro del torero a hombros, como tantas tardes le sacaron de las plazas de toros, pero esta vez camino del cielo. Fundido el conjunto en bronce, la representación del cortejo fúnebre está interpretada con un realismo excepcional. El dramatismo, en este caso, viene caracterizado en el pesar de ese pueblo, y se acentúa por el contraste que ofrece el mármol blanco con el que Benlliure cinceló el cuerpo yacente del torero. En 1926 quedó definitivamente instalado en Sevilla, en el cementerio de San Fernando.
Muchas otras grandes obras de temática taurina surgieron del cincel de Mariano Benlliure. Entre ellas, destaca la escultura que lleva por título: “El encierro”, también conocida como “Camino del encierro” o “Transporte de una corrida”. Fue modelada en 1920 y reproduce el traslado a campo abierto de una torada, precedida por un cabestro y conducida por un mayoral sobre su montura. Al margen del minucioso realismo del conjunto, destaca la maestría con la que Mariano Benlliure consiguió interpretar el dinamismo de la escena. Como en otros casos, Benlliure realizó versiones de esta obra, incluyendo a un segundo jinete que va cerrando la torada. Fue muy numerosa, importante y variada su obra taurina. Y aunque sus esculturas más renombradas están inspiradas en los momentos más intensos de la lidia, Mariano Benlliure tiene representaciones de todos los instantes y suertes de una corrida de toros. En 1944 Mariano presentó una exposición en Madrid con una selección de sus mejores obras: “El encierro”, “Alguacilillos”, “Paseíllo”, “Toro de salida”, “Toro arrancándose”, “Primera vara”, “Las víctimas de la fiesta”, “Primer par de banderillas”, “Brindis”, “La estocada de la tarde”, “El arrastre”… y, así, hasta un total de dieciocho bronces del gran artista y escultor Mariano Benlliure.
Benlliure conquistó sus primeros reconocimientos académicos e institucionales. Debido a su profundo conocimiento del arte italiano y el prestigio alcanzado en el ambiente artístico romano contribuyeron a su elección como miembro de la Academia de San Luca en 1899, que poco después daría lugar a que fuera nombrado Director de la Academia de España en Roma de 1901 a 1903, el mismo año que ingresó como Académico de Número en la Real de San Fernando de Madrid. Con motivo de la jura de la Constitución del rey Alfonso XIII en 1902, se encargaron una serie de monumentos dedicados a personajes ilustres, y se convocó un concurso para erigir un monumento a Alfonso XII en el parque del Retiro de Madrid. Benlliure recibió el encargo del Monumento a Goya en 1902, actualmente situado frente a la puerta norte del Museo del Prado, y de la Estatua del rey Alfonso XII a caballo en 1909 que preside el conjunto proyectado por Grases Riera. También en 1902 modeló y fundió en bronce el busto del presidente del gobierno, Práxedes Mateo Sagasta, y tras su muerte acaecida a los pocos meses, labró en mármol de Carrara su mausoleo para el Panteón de Hombres Ilustres de Madrid en 1904: un sencillo podio sobre el que yace el político cubierto por un amplio manto y el collar del Toisón de Oro, acompañado por un obrero sentado a sus pies de gran realismo, emblema de El Pueblo, en contraste con una figura sedente y semidesnuda de mujer de inspiración clásica en la cabecera, La Historia.
Por encargo de la Universidad de la Sorbona de París realizó el Monumento funerario a Henrry Lacaze-Duthiers en Bagnuls-sur-Mer en 1905, novedoso por la naturalidad y la cercanía al espectador: el biólogo francés aparece sentado sobre un promontorio rocoso al borde del acantilado, sin necesidad de un podio o pedestal arquitectónico.
La casa-estudio de Mariano cuyo domicilio estaba en Abascal fue un punto de encuentro de los personajes más ilustres del momento, tanto para posar como participar en sus animadas tertulias. De allí salieron excepcionales y numerosos retratos y monumentos, entre ellos la larga serie dedicada a la familia real, que acostumbraba visitar al escultor para admirar sus últimas obras.
Alternó los encargos de obra pública con la realización esculturas de menor tamaño y de libre creación que abarcan, entre otras, su extensa tauromaquia y la serie de grandes bailaoras que arrancó con La Pinrelitos en 1909 y que culminaría con la dedicada a Pastora Imperio en 1916. Obras en las que fijó con gran realismo, en bronce o en mármol, una instantánea de la lidia o del baile flamenco. 1910 fue un año trascendental para Benlliure por su concurrencia en tres exposiciones internacionales conmemorativas de las independencias de Argentina, Chile y México. Benlliure fue autor de una innumerable producción de obra civil, con estatuas ubicadas en plazas públicas de muchas ciudades de España, Europa, Estados Unidos y de distintos estados iberoamericanos. En los últimos años de su vida también incorporó Mariano la imaginería religiosa a su repertorio temático.
En 1917 fue elegido para ocupar dos de los cargos de mayor trascendencia dentro del ámbito cultural de la Administración Pública española, la Dirección del Museo de Arte Moderno de 1917 a 1931 y la Dirección General de Bellas Artes de 1917 a 1919, cargo desde el que asumió importantes retos como la conversión de la Ermita de San Antonio de la Florida en panteón de Goya y el traslado de sus restos desde el Cementerio de San Isidro; la creación de la Escuela de Paisaje del Paular en Rascafría, Madrid, de la Casa de Velázquez en Madrid y del Pabellón Español en la Bienal de Venecia. También creó el Comité de aproximación franco-española que, presidido por el duque de Alba, gestionó la Exposición de Pintura Francesa Contemporánea de 1870 a 1918 en Madrid y la Exposición de Pintura Española Moderna en París y Burdeos, en las que el escultor mostró dos imponentes retratos del rey Alfonso XIII en 1919 y del duque de Alba en 1918. Presentó su dimisión a finales de 1919, y seguidamente fue nombrado Patrono del Museo Nacional del Prado.
Durante los primeros meses de la Guerra Civil no quiso abandonar su estudio y permaneció en Madrid trabajando. Modeló el busto del general José Miaja en 1937 y el boceto de su estatua para un posible monumento. Invitado por el Gobierno Francés como miembro del Instituto de Francia a visitar la Exposición Universal de 1937, accedió a viajar a París donde se exponían dos de sus obras, los bustos de Santiago Ramón y Cajal en 1932 y de Vicente Blasco Ibáñez, en el Pabellón Español. Permaneció en París más de un año, tiempo en el que esculpió diversos retratos, hasta que cayó enfermo y a finales de julio de 1938 su mujer Carmen Quevedo, de origen portugués, se lo llevó a Viseu donde tenía casa, familia y medios para atenderle. Una vez recuperado reemprendió su trabajo en el estudio del escultor Texeira Lopes que le cedió un espacio, hasta su retorno definitivo a Madrid en junio de 1939. Aún regresó a Viseu un año después para montar el Monumento a Viriato en 1940.
De la última etapa de su vida en la que su estudio se vio sobrepasado ante la demanda de más de una treintena de imágenes, en su mayoría de carácter procesional, para reemplazar las que habían sido destruidas, resaltan dos obras civiles, el Mausoleo del tenor Francisco Viñas en 1942. Barcelona, Cementerio de Montjuïc y el Monumento a Mariano Fortuny en 1946. Reus, plaza de Gabriel Ferrater y Soler. Las imágenes religiosas que salieron de su taller denotaban una cierta inspiración clasicista, ajena a la teatralidad barroca, reveladora de su interpretación personal, dirigida a resaltar el estudio anatómico y las expresiones graves y serenas de sus protagonistas, como por ejemplo Cristo de la Expiración en 1940. Málaga, Iglesia de San Pedro del Perchel; Jesús Nazareno del Paso en 1940. Basílica del Paso y la Esperanza; Cristo de la Fe en 1941. Iglesia del Carmen, Cartagena; Cristo Yacente en 1942. Hellín, Parroquia Nuestra Señora de la Asunción; Divino Cautivo en 1944. Madrid, Colegio Calasancio de los Padres Escolapios o Las Tres Marías y San Juan en 1946. Crevillent, Iglesia de Nuestra Señora de Belén. Su talla la realizaba el escultor Juan García Talens a partir de los modelos ampliados de los bocetos modelados por Benlliure.
Es en esos años cuando revisó sus obras dedicadas a la lidia, modeló nuevas escenas y fundió nuevos bronces, que presentó en dos exposiciones en Madrid y Valencia en 1944.
En 1942 Valencia le rindió un emotivo homenaje en el Paraninfo de la Universidad y le concedió la Medalla de Oro de la Ciudad, y en 1944 la Dirección General de Bellas Artes celebró un Homenaje Nacional en el que le fue concedida la Gran Cruz de Alfonso X, el último de la larga lista de reconocimientos oficiales y académicos que recibió a lo largo de su fructífera trayectoria artística. Mariano Benlliure fue miembro de diversas Academias de Bellas Artes: San Fernando de Madrid, Valencia, Zaragoza, Málaga, San Lucas de Roma, Brera de Milán, Carrara y París, así como de la Hispanic Society de Nueva York; y recibió innumerables condecoraciones entre las que destacan la Legión de Honor de Francia y Comendador de la Orden de la Corona de Italia, además de la mencionada Gran Cruz de Alfonso X y la del Mérito Militar de España.
Mariano e casó con la famosa tiple Lucrecia Arana y formó una de las parejas más populares de la sociedad. Gozó de reconocimiento en vida y de una buena posición económica. Hizo una gran vida social, asistiendo a cosos taurinos, teatros y tertulias culturales.
Falleció a los 85 años, el 9 de noviembre de 1947. Sus restos reposan en el cementerio del Cabañal, junto a los de sus padres, siendo la voluntad del propio artista. Su tumba, es de gran modestia considerando las grandes creaciones funerarias que hizo para muchos, es una sencilla cruz tendida en el suelo y unos altorrelieves con las cabezas de sus padres y su propio busto…
Bibliografía.- Vida artística de Mariano Benlliure-Espasa Calpe, Madrid,1947/ Mariano Benlliure y el realismo escultórico-J. Adsuara, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1948