M. Recio. suiteinformación.- La grandeza del toreo como espectáculo, en parte, se debe a que, todo cuanto ocurre en una corrida de toros, se compone de un sin fin de actos únicos e irrepetibles. No hay dos toros iguales, ni dos matadores ni siquiera parecidos y el domingo se pudo comprobar en la segunda del abono maestrante. Por cierto, eché de menos que los responsables de imagen de la empresa se olvidaran de proponer el haber guardado un minuto de silencio tras el fallecimiento de Juan Carlos Beca Belmonte, nieto del Pasmo de Triana.
Mal detalle y un buen encierro de Fermín Bohórquez . Los dos primeros, el número 83, “Amistoso” de 585 Kg y “Nominado” número 69, de 560 Kg, astados que recordaban y mucho la estampa y el clásico trapío del encaste Murube/ Urquijo, nobles, humillando, aunque de fuerzas justas. El tercer toro, número 154, de nombre “Noticia” de 540 kg, que sobresalió por nobleza, casta y bravura sobre sus hermanos y al que Calerito supo muy inteligentemente aportarle sosiego y calma en sus embestidas con magistral temple. Un cuarto, “Bohemio” con el 18 en el costillar y de 540 Kg, toro enrazado pero que fue apagandose en el último tercio . En quinto lugar saltó al ruedo “Vicario” de 531 Kg, número 115, que no quería nada por arriba, no entendiéndolo bien el matador de turno al que desarmó en varias ocasiones y un buen sexto, el 43 de la camada, “Numerario” de 543 Kg . Todos ellos de capa negra.
Desde que Pepe Hillo escribiera su Tauromaquia en 1796 sabemos que para torear hay que parar, templar y mandar. Calerito paró, templó y mandó. Además mató de sendas estocadas entrando por derecho como debe ser.
Ayer también hubo competencia en el ruedo y esa también es una de las bases fundamentales de la tauromaquia, porque introduce la emoción en la cabeza y los corazones del público.
Los protagonistas fueron dos matadores de afición y raza: Francisco Lama de Góngora y Juan Pedro Garcia “Calerito”. Hicieron disfrutar a los asistentes que completaron algo más de media plaza y a buen seguro, a todos quienes decidieron verlo a través de las técnicas audiovisuales. Ruiz Muñoz no tuvo su tarde, algo lógico, debido al problema familiar que está padeciendo. El público de Sevilla, siempre distinto, guardó silencio y así supo atemperar lo que podría haber concluido con una fenomenal bronca.
Los del oligopolio deben tomar buena nota de lo que ocurrió el domingo en la Maestranza. Las ganaderías de encaste Murube no sólo sirven para rejones, debido a su fijeza y excepcional galope, bravura y nobleza, son también excelentes para el toreo a pie. Antonio Ordoñez así lo entendió. Permiten hacer el toreo despacio, de mano baja y en redondo. Ayer se vieron tandas por ambos pitones proverbiales de Lama a “Bohemio” y Juan Pedro a “Noticia” y “Numerario”.
Nada tuvo que ver con el calvario de tres horas de Resurrección pues ayer hubo emoción y toreo de verdad
. Calerito toreó para él, con empaque y hondura, tanto con el capote como de muleta. Lo hizo con sentimiento, temple, ritmo y cabeza, gustándose y lo que es más importante, demostrando lo que puede aportar al aficionado con cada chicuelina, muletazo, natural, pase de pecho o trincherazo. Es un perfecto conocedor sobre cuándo se debe dar por terminada una faena, para entrar a matar como lo hace. En definitiva Calerito aportó enjundia y Lama de Góngora las ganas por no dejarse ganar la pelea en buena lid. Toreros así refrescan los costales con una harina de especial finura y calidad, si así son capaces de entenderlo los que hoy dirigen el cotarro taurino.