Ernest Hemingway
Un Día Como Hoy,
21 de julio pero de 1899:
nace el Escritor y Periodista
Estadounidense,
considerado como uno de los
principales cuentistas y
novelistas del siglo XX
Ganó el Premio Pulitzer y al año siguiente
gana el Premio Nobel de Literatura
Gran Taurino y promotor de la Fiesta Brava…
Felipe de Jesús Estrada Ramírez.
Cronista de la Ciudad…
“Cualquier hombre puede enfrentarse a la muerte, pero verse obligado a atraerla tan cerca como sea posible mientras se realizan ciertos movimientos clásicos, que han de repetirse una y otra vez, para luego provocársela con un simple estoque a un animal que pesa media tonelada y al que uno quiere, representa algo más que enfrentarse a la muerte. Es enfrentarse a la propia actuación como artista creador y a la necesidad de comportarse como un matador hábil.” “Un torero no puede comprobar nunca la obra de arte que realiza.”
Ernest Hemingway, El verano peligroso
Ernest Miller Hemingway conocido universalmente como Ernest Hemingway nació el 21 de julio de 1899 en Oak Park, Illinois, un suburbio de Chicago. Su padre, Clarence Edmonds Hemingway, era médico y su madre, Grace Hall Hemingway, era música. Ambos eran educados y muy respetados en la comunidad conservadora de Oak Park, una comunidad de la que Frank Lloyd Wright, uno de sus residentes, dijo: «Tantas iglesias para tanta buena gente». Durante algún tiempo tras su matrimonio, Clarence y Grace Hemingway vivieron con el padre de Grace, Ernest Hall, que dio nombre a su primer nieto. Más tarde Ernest Hemingway diría que le desagradaba su nombre, que «asociaba con el héroe ingenuo, incluso absurdo, de La importancia de llamarse Ernesto, la obra de teatro de Oscar Wilde». La familia se mudó finalmente a una casa de siete habitaciones en un barrio respetable con un estudio de música para Grace y un consultorio médico para Clarence. Sus escritos, poseen un estilo sobrio con cierta austeridad, ya que los mismos tuvieron gran influencia de los libros de ficción de los provenientes del siglo XX. Gracias a su imaginación y grandes obras su vida que estaba llena de aventuras, dejó una gran huella entre las generaciones posteriores.
Hemingway fue el responsable de escribir la mayor parte de sus obras entre los mediados de las décadas de 1920 y 1950. En el año 1953, fue reconocido con el Premio Pulitzer por su libro titulado El viejo y el mar. Al año siguiente gana el Premio Nobel de Literatura por toda su obra completa. En vida llego a publicar 7 novelas, 6 recopilaciones de cuentos y 2 ensayos. Al fallecer se publicaron 3 novelas, 4 libros de cuentos y 3 ensayos de su autoría, los cuales son considerados como un clásico dentro de la literatura en Estados Unidos.
Durante su formación y luego de cursar la escuela secundaria, obtuvo un trabajo como periodista dentro del Kansas City Star, todo esto antes de irse al frente italiano, donde se desempeñaría como conductor de una ambulancia en la Primera Guerra Mundial. En este caótico lugar, conoció a Henry Serrano Villard, de quien se hizo gran amigo con el pasar del tiempo. Sin embargo, en el año 1918 es gravemente herido, lo cual le da razones suficientes para volver a su casa. Gracias a todas sus experiencias dentro de la guerra, obtuvo material suficiente para redactar de manera exitosa Adiós a las armas. Se caso con Hadley Richardson, en el año 1921, ella sería la primera de sus cuatro esposas.
Una vez viviendo la vida de casados, deciden mudarse a París, donde comenzó un trabajo como corresponsal extranjero y logro asimilar la influencia de los diversos escritores y otros artistas de la comunidad de expatriados, a esto lo llamo “generación perdida” todo esto durante la década de 1920. La primera novela de Hemingway, fue Fiesta, la cual fue publicada en el año 1926.
En el año 1927 se divorcio de Hadley Richardson, para posterior a ello, contraer matrimonio con Pauline Pfeiffer. Sin embargo, se divorciaron luego que Hemingway volviera de la Guerra Civil Española, donde había hecho trabajos como periodista, donde luego de ello escribiría “Por quién doblan las campanas”. En 1940 contrae matrimonio con su tercera esposa, de nombre Martha Gellhorn, de la cual se divorcio justo en el momento que conoció a Mary Welsh en la ciudad de Londres. Hemingway estuvo presente durante la liberación de París y el desembarco de Normandía.
La relación de Hemingway con la fiesta brava es de gran relevancia. No fue un mero espectador, no le bastó sentarse en los tendidos y atestiguar este espectáculo que es tan antiguo como la humanidad. Fue más allá, se involucró de tal modo que parte de su vida no puede entenderse al margen de las corridas de toros. La Vida de Hemingway y su leyenda están enlazadas con los toros. La Tauromaquia lo atrapó y cautivó y lo hizo un celebrante calificado, un escritor que abunda y oficia sobre el hecho y que agrega la temática en su obra, un crítico que abunda notas a la fiesta y un experto que podía opacar a los especialistas de la crónica taurina. Ernest Hemingway se otorga la alternativa a sí mismo en 1923 cuando acude por primera vez a una corrida en Las Ventas de Madrid y la narra para el Toronto Star del que era corresponsal. Hemingway explica con lujo de detalles lo que contempla e incluye la referencia del costo de las entradas que adquiere revendidas en 25 pesetas, la composición del redondel de la plaza, el público, los tendidos, la forma en que va vestida la gente, las cuadrillas de los toreros con sus trajes de luces, el protocolo del evento, la salida del toro del toril, el toro mismo, los tercios de la corrida, varas, banderilla y muerte, el costo de un toro, las ganancias de un torero, pero lo más concluyente es que esta impresión sellaría un compromiso de por vida. Hemingway señala que “la fiesta de los toros es una tragedia” pero “la gran tragedia de la muerte del toro que se representa en tres actos”. Quien lea con prisa esta afirmación y considerando especialmente que el periodista ha antepuesto en ese mismo artículo que no haría un “elogio de la fiesta de toros” puede pensar en la literalidad de la expresión ligado a la desventura o la tribulación, pero al mencionar el drama en tres actos, nos conduce a compararla con el propósito de la tragedia griega al detallar que se plantea un conflicto entre matador y toro que lleva a una catarsis. Y esa puesta en escena expresa también la relación del mundo mediterráneo con el mito del minotauro como personificación solar. El artículo en sí es una pieza germinal en su escritura taurina y su interés reside en el momento de encuentro y seducción con la fiesta. Desde entonces como periodista y escritor en ciernes se inicia en el arte profundo, histórico, civilizatorio, épico, poético y trágico de la fiesta de los toros que marcará una porción de su obra. Lo que contempló Ernest Hemingway en aquella tarde de Las Ventas de 1923 fue a un torero que se jactaba de provocar al dios solar, con el astro encendido como testigo, retando en el laberinto al minotauro, fungiendo de titán desde su propia humanidad vestida de luces y desafiando a la muerte. Su relato fue de la valentía de estos bailadores con un trapo y un estoque coreando a la humanidad enfrentada a los dioses. Hemingway en su vida llevó inconscientemente el traje del héroe, lo que significa míticamente la personificación del torero, vestirse de luces como corresponsal, como cazador, como pescador, como aventurero, como soldado, como escritor. Toda su vida tuvo un trato cercano con la muerte y probablemente la reclamó peligrosamente.
Fiesta es la primera novela que publica y le abre un camino de reconocimiento. El argumento se desarrolla en España. Fue escrita tres años después de la primera corrida a la que había asistido y es la historia de un periodista impedido que se enamora de una enfermera la situación traduce la propia experiencia de Hemingway como herido de guerra en la Primera Guerra Mundial que se enamora de una enfermera, se encuentran en París, van a Pamplona y terminan en Madrid, pasando por sanfermines, corridas y desplantes de toreros en la competencia amorosa. En 1932 publica Muerte en la tarde, que es un verdadero tratado sobre tauromaquia y que dedica a Pauline, su segunda esposa. Los prejuicios que tenía Gregorio Corrochano sobre la sapiencia de Hemingway en materia taurina se disipan cuando nos adentramos en este completísimo tratado de 515 páginas en su original en inglés. Aun así, Hemingway en esta edición se excusa de su intrusión en la materia y señala que no ha querido ser historicista o exhaustivo que lo es y que intenta ser una introducción a la corrida española moderna de toros para explicar el espectáculo desde el punto de vista emocional y práctico. Además, aclara que, pese al elenco de los 2077 libros y panfletos dedicados a la tauromaquia ninguno, ni en español ni en inglés, había asumido ese reto con anterioridad. El escritor termina solicitando la indulgencia de los aficionados competentes por sus explicaciones técnicas. Hemingway regresó a España en 1959 atendiendo un ofrecimiento de la revista Life para seguir las corridas de Luis Miguel Dominguín y Antonio Ordóñez. De eso nace el libro emocionante que es El verano peligroso, que sería publicado de forma póstuma.
Hemingway viviendo otra de sus pasiones se fue de viaje a África, donde hizo safari, sin embargo estuvo cerca de la muerte en dos ocasiones, debido a accidentes aéreos ocurridos de forma sucesiva, los cuales lo dejaron gravemente adolorido y con grandes problemas de salud. Hemingway estaba preocupado por sus finanzas y por su seguridad. Se encontraba preocupado por sus impuestos, y dijo que nunca volvería a Cuba para recuperar los manuscritos que había dejado en la bóveda de un banco. Se volvió paranoico y pensaba que el FBI estaba activamente monitoreando sus movimientos en Ketchum. A finales de noviembre Mary estaba desesperada y Saviers sugirió que Hemingway fuera trasladado a la clínica Mayo, en Minesota, donde pudo haber creído que iba a ser tratado por hipertensión. En un intento de anonimato, fue registrado bajo el apellido de su médico, Saviers. Meyers escribe que «un aura de secretismo rodea el tratamiento de Hemingway en la Clínica Mayo», pero confirma que fue tratado con terapia electroconvulsiva hasta 15 veces en diciembre de 1960, para luego ser «liberado en ruinas» en enero de 1961. Reynolds obtuvo acceso a los registros de Hemingway en la Clínica Mayo, los cuales indican que fue tratado por un estado depresivo que puede haber sido causado por una combinación de medicamentos. En 1959 adquirió una propiedad en Ketchum, Idaho. En abril de 1961, una mañana en la cocina, Mary «encontró a Hemingway sosteniendo una escopeta». Llamó a su médico Saviers, quien le dio un sedativo y lo ingresó en el hospital de Sun Valley; desde allí fue devuelto a la Clínica Mayo para recibir más terapias por electrochoque. Fue liberado a finales de junio y llegó a su casa en Ketchum el 30 de junio. Dos días después, en la madrugada del 2 de julio de 1961, Hemingway se disparó con su escopeta favorita. Abrió la bodega del sótano donde guardaba sus armas, subió las escaleras hacia el vestíbulo de la entrada principal de su casa, y «empujó dos balas en la escopeta Boss calibre doce, colocó el extremo del cañón en su boca, apretó el gatillo y estalló su cerebro». Mary llamó al hospital de Sun Valley, y el Dr. Scott Earle llegó a la casa «quince minutos» después. A pesar de su afirmación de que Hemingway «había muerto de una herida autoinfligida en la cabeza», la historia que se contó a la prensa fue que la muerte había sido «accidental». Sin embargo, en una entrevista de prensa cinco años después, Mary Hemingway admitió que su marido se había suicidado. Durante sus últimos años, el comportamiento de Hemingway fue similar al de su padre antes de que se suicidara; su padre puede haber sufrido de una enfermedad genética, hemocromatosis, en el que la incapacidad de metabolizar el hierro culmina en un deterioro mental y físico. Los registros médicos disponibles en 1991 confirman que se había diagnosticado la hemocromatosis de Hemingway a principios de 1961. Su hermana Úrsula y su hermano Leicester también se suicidaron. A las dolencias físicas de Hemingway se sumó el problema de que había sido alcohólico la mayor parte de su vida.
Frases de Ernest Hemingway:
Ahora no es el momento de pensar en lo que no tienes. Piensa en lo que puedes hacer con lo que tienes.
El hombre tiene corazón, señor mío, aunque no siga sus dictados.
La lluvia se detendrá, la noche terminará, el dolor se desvanecerá. La esperanza nunca está tan perdida que no se puede encontrar.
No hay un amigo tan leal como un libro.
La felicidad en las personas inteligentes es lo más raro que conozco.
No hay nada que escribir. Todo lo que haces es sentarte frente a una máquina de escribir y sangrar.
El hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido pero no derrotado.
Siempre haz sobrio lo que dijiste que ibas a hacer borracho. Eso te enseñará a mantener la boca cerrada.
No hay nada noble en ser superior a tus semejantes. La verdadera nobleza radica en ser superior a tu antiguo ser.
Ernest-Hemingway
La vida de cada hombre termina de la misma manera. Solo los detalles de cómo vivió y cómo murió distinguen a un hombre de otro.
Nunca confundas el movimiento con la acción.
Todos los buenos libros tienen en común que son más buenos que si hubieran sucedido realmente.
No puedes alejarte de ti moviéndote de un lugar a otro.
Recuerda que todo está bien hasta que está mal. Sabrás cuándo está mal.
Un gato tiene absoluta honestidad emocional: los seres humanos, por una razón u otra, pueden ocultar sus sentimientos, pero un gato no.
La papelera es el primer mueble en el estudio de un escritor.
Como escritor, no debes juzgar, debes entender.
Ya no soy valiente, cariño. Estoy todo roto. Me han roto.
Me encanta dormir. Mi vida tiene la tendencia a derrumbarse cuando estoy despierto, ¿sabes?
La mejor manera de saber si puedes confiar en alguien es confiar en él.
Los cobardes mueren mil muertes, pero los valientes solo mueren una vez.
Somos más fuertes en los lugares en los que nos hemos roto.
Ernest-Hemingway
No eres un idiota. Solo eres un caso de desarrollo detenido.
La vida no es difícil de manejar cuando no tienes nada que perder.
El valor es gracia bajo presión.
Nunca pienses que la guerra, sin importar cuán necesaria o justificada sea, no es un crimen.
Lo más doloroso es perderse en el proceso de amar demasiado a alguien y olvidar que también es especial.
El primer borrador de cualquier cosa es una mierda.
Todo lo que tienes que hacer es escribir una oración verdadera. Escribe la oración más verdadera que sepas.
Bebo para hacer que otras personas sean más interesantes.
Cuando la gente habla, escucha completamente. La mayoría de la gente nunca escucha.
No hay una sola cosa que sea verdad. Todo es verdad.
No puedo soportar pensar que mi vida va tan rápido y que realmente no la estoy viviendo.
Mi objetivo es dejar en papel lo que veo y lo que siento de la mejor y más simple manera.
He aquí un soldado en plena guerra. Es valiente porque cree que nada le ha de suceder, que él no es como los otros, que tiene una virtud especial y una media incertidumbre de que no le han de tocar.
Nunca vayas de viaje con alguien a quien no amas.
Siempre trato de escribir sobre el principio del iceberg. Hay siete octavos debajo del agua por cada parte que muestra.
Ernest-Hemingway