“Mi meta en dos años,
hasta cumplir veinte años
como matador de toros,
sería en la temporada de 1986
y si Dios quiere, a partir de ahí,
me voy a dedicar a mi familia,
a mi mujer, a mis hijos
y a mis negocios.”
Maestro Paquirri y
el destino que no
se cumplió…
«La Tauromaquia
es la pasión que nos une…»
Hagamos de éste 2022
el año más Taurino
a pesar de las adversidades…
Felipe de Jesús Estrada Ramírez.
Cronista de la Ciudad…
(Bibliografía al final del texto)
Hace un anticipado viaje
a la Gloria del Toreo…
Muestra con crudeza
la verdad de la
Fiesta de los toros…
Se celebraba en la plaza de toros de Pozoblanco, la feria y fiesta de Nuestra Señora de las Mercedes, celebraciones que van del 23 al 29 de septiembre de la temporada de 1984… La fatídica corrida fue un martes aquel 26 de septiembre de 1984, Francisco Rivera “Paquirri”de 36 años de edad, vestido de azul cobalto y oro que su mozo de espadas, su querido tío Ramón Alvarado, le ayudaría a enfundarse; alternaba con los jóvenes diestros José Cubero “El Yiyo” y Vicente Ruiz “El Soro”. Fueron seis bravos toros de la ganadería de Sayalero y Bandrés, de Algeciras…
En Pozoblanco, todo conspiró para que aquella fatal y certera cornada acabara con su vida… Una enfermería carente de todo, una decisión tardía para trasladarlo a la capital y una mortal desatención por tener una asistencia sanitaria de una forma competente y eficaz que hoy están reglamentadas: muchas de las situaciones que ese día propiciaron el fatal desenlace…
La plaza de toros de Pozoblanco, estaba con un lleno hasta las banderas… Salió su primer enemigo por los toriles, recibiéndolo con maestría con el capote… Invitó a “El Soro” para que compartiera con él las banderillas… Brindó la muerte sin saberlo de su último toro al entonces joven becerrista Manuel Díaz “Manolo”, quien después se apodaría “El Cordobés” gozando de gran fama y cartel… El toro demostró poca fuerza, pero “Paquirri” lo lidió con excelente técnica sacándole partido en todo momento. Escuchó música y el público apreció su apasionada entrega, ligando tandas de derechazos, toreando en redondo, naturales de gran calidad, en ocasiones mirando al tendido y pases de pecho portentosos… Su variada faena la culminó logrando una buena estocada, siendo premiado, con una oreja que pasearía dando la vuelta al ruedo entre ovaciones… Eran las 19:20 pm y se abrió la puerta de toriles y salió el cuarto toro de la lidia ordinaria para “Paquirri”. Su nombre “Avispado”, negro, marcado con el número 9. Era muy astifino y había rematado, varias veces, con bastante saña y violencia en el burladero… “Paquirri” lo recibió con el capote con seguridad lanceándolo a la verónica hasta 12 pases le dio con excesiva confianza e intercaló un par de chiquelinas mirando al tendido. Tras el primer puyazo hizo el quite y el toro le salió suelto. Un peón le cortó la salida, Volvió el toro hacía donde se encontraba Paquirri, muy próximo al burladero de capotes. Éste le marcó la salida con el percal, hacia afuera sin rectificar su terreno. Pero el toro sí rectificó el suyo, se venció y en el primer derrote le clavó profundo el pitón derecho en el tercio superior de la pierna derecha. Entrar el pitón y manar sangre, todo fue uno. Las cuadrillas al quite -incluso saltaron a la arena empleados de la plaza- el toro no soltaba su presa: la zarandeaba furiosamente en todas direcciones. Paquirri se agarró a las astas y empujó el testuz para librarse de la cornada. El tiempo que duró la cogida se hizo interminable. El doctor Morán corría hacia la enfermería y cuando llegaba a ella, miró hacia el redondel y aún pudo ver que Paquirri continuaba volteando sobre el pitón. Las asistencias se llevaron al torero, que iba dejando un reguero de sangre en la arena equivocaron el camino y enmendaron por el estrecho callejón. La sangre manaba a borbotones… La puerta de la misma se encontraba cerrada y tuvieron que romper los vidrios de la puerta para abrirla. «Una vez en la enfermería», explica el doctor Morán, «se le hizo un torniquete, procedimos a explorar la zona dañada…” Paquirri nos animaba, con una sorprendente entereza: «Doctor, yo quiero hablar con usted por favor. Tranquilo… la cornada es fuerte, tiene al menos dos trayectorias: una pa’cá y otra pa’llá, abra todo lo que tenga que abrir y lo demás está en sus manos. Eh, tranquilo…» Con esas palabras y esa frialdad enfrentó Paquirri a la muerte con la misma valentía con que hacía cada paseíllo… La herida era horrible. El paquete vásculo-nervioso estaba arrancado, y no digamos de la pierna, cuyos músculos, nervios, etcétera habían, quedado destrozados. El dedo de la exploración no alcanzaba el final de la trayectoria que iba a la fosa ilíaca. Ligamos la safena y la femoral; contuvimos varias veces las hemorragias y cuando pareció que ya habían remitido, preparamos al torero para su traslado a Córdoba». Ahora se dice que quizá hubiera sido preferible dejar al torero inmovilizado en la enfermería. La mortal cornada que describe el parte facultativo fue en el tercio superior del muslo derecho, con tres trayectorias: una ascendente, de 15 centímetros de longitud; otra hacia adentro, de 8 centímetros, y otra inferior, de 4 centímetros. El pitón rompió las venas safena y femoral, y produjo fuerte choque traumático. La pregunta siguiente es qué habría sucedido si esta cornada se produce en Las Ventas o en la Maestranza, con una enfermería perfectamente dotada, a pocos metros. El doctor Morán cree que el resultado final, lamentablemente, habría sido el mismo. La enfermería de Pozoblanco, según el cirujano, está bien, «dentro de lo que cabe». Tuvo, además, ayuda improvisada de varios doctores que se encontraban presenciando el festejo: Ruiz González, Cabrera, Arévalo, Torres, Redondo, Dueñas. El destino de “Paquirri” en esa precaria enfermería era el menos esperanzador. No había nada para socorrerle y brindarle la asistencia necesaria. La gravedad de la cornada, el estado del torero y la caótica situación de la enfermería hacían imposible que pudieran salvarle la vida. Se perdió mucho tiempo. Desesperación e impotencia era lo que se vivía “Paquirri” requería ser asistido, inmediatamente, en un centro de cirugía vascular especializada. A las 8:10 se tomó, finalmente, la decisión de enviarlo en una ambulancia que partió de la noche al Hospital Reina Sofía de la ciudad de Córdoba al Servicio de Cirugía Vascular. La ambulancia se dirigía a gran velocidad con el cuerpo de “Paquirri”, un reanimador anestesista y el Doctor Ruiz González. Durante el trayecto al mozo de estoques de “Paquirri”, se le escapó la expresión: “¡Que se nos muere!”. Hubo una parada de segundos para reanimarle y cuando se dieron cuenta que seguía respirando, retomaron el camino. Al Hospital Reina Sofía era imposible llegar y cambiaron el rumbo al Hospital Militar de Córdoba, porque el grave estado del torero no permitía perder más tiempo. A las 9:05 de la noche, llegaron al Hospital Militar. “Paquirri” estaba prácticamente muerto. Le realizaron tratamiento de reanimación, pero no resultó y el valeroso diestro falleció… Su banderillero Rafael Torres contaba así el percance: «Mientras el caballo de picar se colocaba, se aguantó al toro en el burladero. Cuando se dirigió a Paquirri, se le cruzó. Y al siguiente lance se le venció por el izquierdo y le echó mano. Su instinto fue agarrarse a la cara y el pitón lo zarandeó durante mucho tiempo hasta penetrar en varias trayectorias. El toro no soltaba a Paco y el boquete era cada vez más gordo». El torero, que dejó un reguero de sangre, fue trasladado a la enfermería : «Allí no había ni anestesia. Estaba llena de telarañas, muy sucia», contaba otro subalterno, Rafael Corbelle. Aquel percance fatal marcaría un antes y un después en la asistencia sanitaria en los cosos. Era un miércoles de feria en Pozoblanco y esta sería la última tarde del torero antes de viajar al día siguiente a América, donde planeaba decir adiós a su profesión… Los boletos de avión con destino a Venezuela, para él, su esposa Isabel Pantoja y el pequeño Kiko, de sólo siete meses de edad, jamás se utilizaron…
La muerte del torero se vivió en España con dolor y pasión. Toda Sevilla, España y el mundo taurino le rindió luto… Tuvo un sepelio multitudinario: desde la casa de la avenida Ramón de Carranza, en el límite de Los Remedios, hasta el cementerio de San Fernando, donde Paquirri fue enterrado muy cerca de la tumba de Joselito “El Gallo”. La comitiva se detuvo dos veces. En la iglesia de los Padres Blancos y en La Maestranza. A Paquirri le abrieron de nuevo la Puerta del Príncipe…
La tragedia no paró esa tarde, otro de los protagonistas de aquella tarde fue el fotógrafo Alberto Matey en el cementerio de San Fernando en Sevilla durante las exequias y el entierro del maestro Gaditano, aquel fotógrafo de las revistas del corazón capto todo el dolor y la angustia de la viuda y los familiares, y de los innumerables aficionados taurinos que acudieron a dar el último adiós a Paquirri Alberto Bueno Matey, había comenzado una vida profesional como cantante de boleros e hizo sus pinitos como actor en la película “La Niña de Luto” de Manuel Summers y siguió su carrera como fotógrafo, en 1986 fue contratado por la Revista Hola y realizó el primer reportaje fotográfico después de la muerte de Paquirri a Isabel Pantoja, murió en un accidente de tráfico en la autopista de Sevilla a Jerez cuando regresaba a la capital hispalense el 12 de diciembre de 1998. El Picador Rafael Muñoz estaba en la cuadrilla de Paquirri quien picó a Avispado, acabaría muriendo años después fue otra de las víctimas de Avispado el 19 de junio de 2007, el cuerpo sin vida del Picado Rafael Muñoz a los 67 años de edad fue encontrado al fondo de un barranco, en su pueblo de Sanlucar la Mayor en Sevilla en un talud de difícil acceso. Murió aplastado por su propio caballo, el equino también murió, picador y caballo cayeron al barranco en un extraño accidente, tres días antes su familia había reportado su desaparición, su hermano quien también era picador José Antonio Muñoz, falleció trágicamente en la plaza francesa de Vic-Fezensac en 1999 cuando un toro de Victorino derribó a caballo y picador y el equino lo aplastó muriendo al instante… Su muerte fue un gran trauma para Rafael, que lo mantuvieron depresivo en los últimos años de su vida… Once meses después de la tragedia de Pozoblanco, el 30 de agosto de 1985, José Cubero Yiyo único torero que ha dado muerte a dos toros asesinos: Cubero había pasaportado a «Avispado», el toro que mató a Francisco Rivera en Pozoblanco y a «Burlero» el toro de la ganadería de Marcos Núñez que lo mató y al que le enterró una estocada en todo lo alto y «Burlero», muerto en vida, lo prendió por la espalda y hundió su pitón izquierdo con letal saña. Yiyo acudió a la localidad madrileña de Colmenar Viejo a sustituir a Curro Romero. El toro Burlero, de Marcos Núñez, le infirió una cornada en la axila que partió en dos el corazón del madrileño, que salió muerto de las astas del animal… Un año más tarde, en julio de 1989, aparecía ahorcado en su apartamento de Madrid Tomás Redondo, descubridor y apoderado del Yiyo, un hombre que estuvo en Pozoblanco pero que no pudo resistir la muerte de quien era un hijo para él… Juan Luis Bandrés, uno de los propietarios de la ganadería que se lidió aquel 26 de septiembre de 1984, era asesinado a tiros en diciembre de 1988 en Algeciras por un empleado suyo de la naviera ISNASA… El Corazón de Paquirri estuvo en manos de Carmina Ordóñez la hija del torero legendario, Antonio Ordóñez, quien llegó a su vida siendo ella una adolescente de 17 años… Tras dos años de noviazgo, no siendo ella aún mayor de edad, se casó con el torero gaditano. Fruto de este matrimonio nacieron dos hijos, ambos toreros llamados Francisco y Cayetano. Paquirri y Carmen pusieron fin a su matrimonio en 1979. La cantante Lolita apareció después de la ruptura entre Carmina y Paco y llegaron a mantener una relación de año y medio. Desde el 25 de mayo de 1979 hasta el 11 de septiembre de 1980. Después tuvo un breve romance con Bárbara Rey. Paquirri conoció a Isabel Pantoja en la Feria de Jerez de la Frontera, el 26 de mayo de 1980. Se casaron el 30 de abril de 1983. Poco más de nueve meses después les nació Francisco José… Paquirri le prometió a Isabel que dos años más tarde, al cumplir su vigésima temporada como matador de toros, diría adiós a los ruedos y se dedicaría a la familia y a mantener una ganadería en su finca Cantora…
No pudo ser…
Se abrió para Paquirri
la Puerta Grande
de la Gloria Eterna
del toreo…
Paquirri está presente
y más vivo que nunca….