En Septiembre pero de 1984,
Francisco Rivera “Paquirri”
encuentra su trágico destino
en Pozoblanco…
“Mi meta en dos años,
hasta cumplir veinte años
como matador de toros,
sería en 1986 y si Dios quiere,
a partir de ahí, me voy
a dedicar a mi familia,
a mi mujer, a mis hijos
y a mis negocios”.
Maestro Paquirri
«La Tauromaquia
es la pasión que nos une…»
Hagamos de éste 2021
el año más Taurino
a pesar de las adversidades…
Felipe de Jesús Estrada Ramírez.
Cronista de la Ciudad…
(Bibliografía al final del texto)
Hace un anticipado viaje
a la Gloria del Toreo…
Muestra con crudeza
la verdad de la Fiesta de los toros…
Se celebraba en la plaza de toros de Pozoblanco, las ferias y fiestas de Nuestra Señora de las Mercedes, celebraciones que van del 23 al 29 de septiembre de la temporada de 1984… La fatídica corrida fue el 26 de septiembre de 1984, Francisco Rivera “Paquirri” vestido de azul cobalto y oro que su mozo de espadas, su querido tío Ramón Alvarado, le ayudaría a enfundarse; alternaba con los jóvenes diestros José Cubero “El Yiyo” y Vicente Ruiz “El Soro”. Fueron seis bravos toros de la ganadería de Sayalero y Bandrés, de Algeciras…
En Pozoblanco, todo conspiró para que aquella fatal y certera cornada acabara con su vida… Una enfermería carente de todo, una decisión tardía para trasladarlo a la capital y una mortal desatención por tener una asistencia sanitaria de una forma competente y eficaz que hoy están reglamentadas: muchas de las situaciones que ese día propiciaron el fatal desenlace…
Un toro puede inferir una cornada mortal en cualquier lugar y situación, siguen muriendo toreros en plazas de primerísimo nivel, pero el morir parecía ajeno a los toreros poderosos y consolidados como era Paquirri…
La plaza de toros de Pozoblanco, estaba con un lleno “De no Hay billetes”… Salió su primer enemigo por los toriles, recibiéndolo con maestría con el capote… Invitó a “El Soro” para que compartiera con él las banderillas… Brindó la muerte de su último toro al entonces joven becerrista Manuel Díaz “Manolo”, quien después se apodaría “El Cordobés” gozando de gran fama y cartel. «Pelillos, que tengas más suerte que yo»… El toro demostró poca fuerza, pero “Paquirri” lo lidió con excelente técnica sacándole partido en todo momento. Escuchó música y el público apreció su apasionada entrega, ligando tandas de derechazos, toreando en redondo, naturales de gran calidad, en ocasiones mirando al tendido y pases de pecho portentosos… Su variada faena la culminó logrando una buena estocada, siendo premiado, con una oreja que pasearía dando la vuelta al ruedo entre ovaciones…
Se abrió la puerta de toriles y salió el cuarto toro, segundo para “Paquirri”. Su nombre “Avispado”, negro, marcado con el número 9. Era muy astifino y había rematado, varias veces, con bastante saña y violencia contra las tablas… “Paquirri” lo recibió con el capote con seguridad lanceándolo a la verónica hasta 12 pases le dio con excesiva confianza algunos pases mirando al tendido… Cuando intentaba ponerlo en suerte al caballo, el toro le hizo un extraño, se le venció y lo empitonó con gran violencia y fuerza en el muslo derecho… El pitonazo fue seco y certero… A media altura, Avispado se lo lleva entre cabezazos lentos y el cuerpo de Paquirri se clava más en el pitón por el muslo, en los tendidos se ve con angustia como pasa cada segundo de manera trágica, Paquirri trata de desprenderse de aquella mortal cornada, siguen pasando los segundos y Avispado encelado no suelta al torero, cuando por fin cae en la arena, comienza a desangrarse el toreo… Paquirri es levantado en vilo y manos taponean la herida, la vida se va chorreando por la herida. Paquirri está en calma en medio del caos, muestra hombría, grandeza y ordena con serenidad a su cuadrilla quienes responden a gritos: “Tranquilos hacedme un torniquete, más alto, más fuerte…” Corbelle, Ricardo Fabra, Tomás Redondo y Ramón Alvarado con desesperación y pánico lo llevan por la puerta equivocada… Recorren todo el redondel por el estrecho callejón… Al llegar a la enfermería estaba cerrada y tuvieron que romper los vidrios de la puerta para abrirla.
El destino de “Paquirri” en esa precaria enfermería estaba sellado había lo mínimo indispensable pero no lo necesario para atender la cornada tan grave… Queda grabado para la historia la gran muestra de dignidad y valor de Paquirri ante su destino: “Doctor, la cornada es fuerte, tiene dos trayectorias… Una p’acá y otra p’allá. Abra lo que tenga que abrir. Mi vida está en sus manos… Ahora, todos tranquilos. Solo pido agua para enjuagarme la boca”… Es la madre de todas las cornadas entró y salió varias veces con muchas trayectorias: Eliseo Morán no explora con los dedos, sino con la mano entera hasta el antebrazo… Estaba arrancado todo el paquete vascular y hasta el nervio… Es una cornada espantosa, certera, letal… Se perdió mucho tiempo, desesperación e impotencia era lo que se vivía en la rústica enfermería. El pitón había seccionado la arteria femoral y la vena safena del tercio superior del muslo derecho. El cirujano Eliseo Morán mostraba su impotencia, pero logró ligar las arterias que tenía rotas, logrando detener un poco la hemorragia. Requería ser asistido, inmediatamente, en un centro de cirugía vascular especializada… A las 8:10 p.m. se tomó, finalmente, la decisión de enviarlo en una ambulancia que partió por la noche al Hospital Reina Sofía de la ciudad de Córdoba al Servicio de Cirugía Vascular… Paquirri va en una ambulancia de aquella época por aquel sinuoso y maltratado camino donde se consumaría la tragedia… Eliseo Morán cree que el torero perderá la pierna, pero no la vida… Cuando la ambulancia baja el cerro Muriano hay un silencio implacable. Llegando, junto a la Venta La Alegría de Córdoba, el anestesista Paco Funes da un grito: ¡Para! ¡Para y ven p’acá! Paquirri se muere. La ambulancia queda en la cuneta con las puertas abiertas como el torero extenuado mientras los dos hombres practican el masaje cardiorrespiratorio… Funes cree que tiene un hilo de vida… El conductor sube al vehículo de nuevo y en el arranque se deja la puerta del copiloto abierta y a Ramón Alvarado en la carretera con los ojos llenos de espanto gritando: ¡Se me ha muerto!. No vuelve a por él. No hay tiempo de parar, ni de cruzar Córdoba hasta el Reina Sofía ¡Al hospital Militar! Ya no hay nada que hacer… Piensa Rossi, que conduce el coche como un disparo desesperado. Cuando llegan, el torero ha fallecido…
Paquirri fue un torero poderoso y consolidado, con pundonor y entrega, dominaba los tres tercios y con gran casta torera no se dejaba ganar la pelea por ningún alternante, dejando cada tarde bien claro su lugar como primera figura… No era un virtuoso del capote, ni un gran artista con la muleta, era un torero dominante en los tres tercios, y con una gran contundencia en la suerte suprema, era un torero completo, un matador consolidado… Un protagonista en Pozoblanco fue Antonio Salmoral, que con su lente hizo posible que todo el mundo presenciara la desgarradora tragedia…. Salmoral también tuvo un trágico destino de los que convergieron aquella tarde sombría de Córdoba, obtuvo una compensación monetaria por el video y quisieron proponerlo para un premio por su labor en Pozoblanco, Antonio solo pidió que le hicieran un contrato laboral fijo en TV Española porque no la tenía, pero no pudo lograrlo en vida, le diagnosticaron una enfermedad terminal y falleció el 2 de octubre de 1987, en el Hospital Reina Sofía de Córdoba tenía 53 años y habían pasado tres años después de Pozoblanco… La tragedia no paró esa tarde otro de los protagonistas de aquella tarde fue el fotógrafo Alberto Matey en el cementerio de San Fernando en Sevilla durante las exequias y el entierro del maestro Gaditano, aquel fotógrafo de las revistas del corazón capto todo el dolor y la angustia de la viuda y los familiares, y de los innumerables aficionados taurinos que acudieron a dar el último adiós a Paquirri Alberto Bueno Matey, había comenzado una vida profesional como cantante de boleros e hizo sus pinitos como actor en la película “La Niña de Luto” de Manuel Summers y siguió su carrera como fotógrafo, en 1986 fue contratado por la Revista Hola y realizó el primer reportaje fotográfico después de la muerte de Paquirri a Isabel Pantoja, murió en un accidente de tráfico en la autopista de Sevilla a Jerez cuando regresaba a la capital hispalense el 12 de diciembre de 1998. El Picador Rafael Muñoz estaba en la cuadrilla de Paquirri quien picó a Avispado, acabaría muriendo años después fue otra de las víctimas de Avispado el 19 de junio de 2007, el cuerpo sin vida del Picado Rafael Muñoz a los 67 años de edad fue encontrado al fondo de un barranco, en su pueblo de Sanlucar la Mayor en Sevilla en un talud de difícil acceso. Murió aplastado por su propio caballo, el equino también murió, picador y caballo cayeron al barranco en un extraño accidente, tres días antes su familia había reportado su desaparición, su hermano quien también era picador José Antonio Muñoz, falleció trágicamente en la plaza francesa de Vic-Fezensac en 1999 cuando un toro de Victorino derribó a caballo y picador y el equino lo aplastó muriendo al instante… Su muerte fue un gran trauma para Rafael, que lo mantuvieron depresivo en los últimos años de su vida… Once meses después de la tragedia de Pozoblanco, el 30 de agosto de 1985, José Cubero Yiyo acudió a la localidad madrileña de Colmenar Viejo a sustituir a Curro Romero.
El toro Burlero, de Marcos Núñez, le infirió una cornada en la axila que partió en dos el corazón del madrileño, que salió muerto de las astas del animal… Un año más tarde, en julio de 1989, aparecía ahorcado en su apartamento de Madrid Tomás Redondo, descubridor y apoderado del Yiyo, un hombre que estuvo en Pozoblanco pero que no pudo resistir la muerte de quien era un hijo para él… Juan Luis Bandrés, uno de los propietarios de la ganadería que se lidió aquel 26 de septiembre de 1984, era asesinado a tiros en diciembre de 1988 en Algeciras por un empleado suyo de la naviera ISNASA… El Corazón de Paquirri estuvo en manos de Carmina Ordóñez la hija del torero legendario, Antonio Ordóñez, quien llegó a su vida siendo ella una adolescente de 17 años… Tras dos años de noviazgo, no siendo ella aún mayor de edad, se casó con el torero gaditano. Fruto de este matrimonio nacieron dos hijos, ambos toreros llamados Francisco y Cayetano. Paquirri y Carmen pusieron fin a su matrimonio en 1979. La cantante Lolita apareció después de la ruptura entre Carmina y Paco y llegaron a mantener una relación de año y medio. Desde el 25 de mayo de 1979 hasta el 11 de septiembre de 1980. Después tuvo un breve romance con Bárbara Rey. Paquirri conoció a Isabel Pantoja en la Feria de Jerez de la Frontera, el 26 de mayo de 1980. Se casaron el 30 de abril de 1983. Poco más de nueve meses después les nació Francisco José… Paquirri le prometió a Isabel que dos años más tarde, al cumplir su vigésima temporada como matador de toros, diría adiós a los ruedos y se dedicaría a la familia y a mantener una ganadería en su finca Cantora…
No pudo ser…
Paquirri está en la Gloria
del toreo…
Presente y más vivo que nunca….