RECIO. M. Recio. suiteinformación.- Nunca pensó mi tía Amnis que un día su nombre iba a ser el más repetido de España. Mi tía Amnis recuerda que allá por el año 1977, con motivo del cambio de régimen, siendo aún muy joven vio su nombre escrito con grandes letras en titulares de prensa y otros medios de comunicación. En dos ocasiones más sucesivas durante gobiernos presididos por Felipe González volvió a ocurrir. Asuntos relacionados con la hacienda pública, cree recordar. Pero lo que nunca pensó fue comprobar con agrado la cantidad de sobrinos que actualmente corean su nombre sin cesar, si bien con la negación al final de la frase, le pone de los nervios. Escuchar el tantas veces repetido -“Amnistía no” sin saber bien que es aquello que no tiene que hacer, la pone de los nervios.
Hablo con ella de la situación política. Mi tía Amnis opina que España tiene lo que se merece porque a los políticos los elige el pueblo y a quien vota chusma, chusma le manda.
En la actualidad esa chusma gana enteros cuando valoran su palabra en algo menos que nada. Hoy digo “digo” y mañana digo “ Diego”.
Recibo de tía Amnis sabias lecciones de filosofía estoica. Me transmite la verdad irrefutable que algo cuya solución no dependa de ti mismo, no debe turbarte. Me habla de resiliencia para evitar grandes sufrimientos que tu propio ego te ocasiona. Quiere convencerme de mirar hacia otro lado y aceptar que esta es la España que tenemos. Que la piel de toro no es tan completa como nos la enseñaron de pequeños. Que asumir el omnímodo poder del gobierno es lo más favorable para España y los españoles. Que limitar el excesivo poder de jueces y magistrados, es el camino para conseguir pacificar definitivamente los territorios con minorías levantiscas y que tenemos un gran gobierno que en base a fomentar políticas sociales de reparto se eternizará en el desarrollo de sus funciones. Me trata de convencer al afirmar que para ser feliz no hay que meterse en política. Aceptar la existencia de un nuevo caudillo con poderes tan amplios como para limitar a cualquier otro, que solo sabe dedicarse a asustar con que viene la extrema derecha, que no es más que un conjunto que crece como la espuma formado por ciudadanos hartos de tanta tiranía de un gobierno social comunista sostenido por los mayores enemigos de España.
Pero la tía Amnis no quiere escuchar nada de lo que expongo. Es de ideas fijas. Ni siquiera mi afirmación de que es este un gobierno que ha nacido ya en crisis. La nación más vieja de Europa ha caído en un cepo. Ni la norma ni institución alguna habían previsto que podría llegar un día en el que los designios de 48.446.594 personas dependieran de un psicopata narcisista con delirios de grandeza arropado por unos cientos de desvergonzados sin escrúpulos que solo han aprendido a aplaudir las cobardes bravuconadas demenciales del jefe de la manada. La aprobación de una ley de Amnistía se acerca. La duda que a una legión de españoles nos atenaza y confunde, es si veremos al final la siguiente firma: Yo, el Rey. Entonces tendré que dar la razón a tía Amnis y prepárame para vivir lo que me quede de vida, en una España muy diferente a aquella en la que nací y me crie. M. Recio