Manuel Recio Abad. suiteinformación.– Los años veinte de este nuevo siglo quedarán en la memoria histórica de los españoles como dos trágicos lustros durante los cuales una pandilla de desalmados llamado “Gobierno “, auntocalificado de progresista, con un psicopata al frente, hicieron y deshicieron a su antojo con la única finalidad de apoltronarse en el poder.
Al igual que una novela río, el consejo de ministros es el más largo de la historia política española, con 22 ministros 22, ni más ni menos. Es curioso que sólo unos pocos de sus titulares sobresalen sólo por su normalidad. La mayoría incumplen los niveles mínimos exigidos de capacitación para el desempeño del cargo, pero ahí están.
El socialismo y el comunismo siempre han sido tan incompatibles como el aceite y el agua, imposibles de mezclar por su diferencia de densidad y polaridad. La nueva tendencia del todo vale, impuesta por el sanchismo intenta hacer la mezcla como sea, incluso dándole la cartera de la cultura española a un comunista. Sánchez debe entender que la afición a los toros es exclusiva de los poderosos y mira para otro lado cuando su ministro incumple flagrantemente la ley.
Nada hay más del pueblo que los toros, en todas sus manifestaciones. Las plazas de toros se están mostrando con insuficiente aforo ante la demanda sostenida de localidades para presenciar en directo tanto corridas de toros a pie, como rejoneo a caballo e incluidos los concursos de recortadores. Las plazas se llenan Sr. ministro y en las taquillas se leen carteles que anuncian que las localidades se han agotado.
Comunistas quedan pocos, debido a diversos motivos. Desconocen la ideología que defienden pero la siguen como buenos atravesados, envidiosos e incapaces de hacer nada más positivo en la vida que cobrar a final de mes aunque sea sin trabajar. El sanchismo intenta hacer una pirueta que parece ser le está saliendo bien. Está convirtiendo a los socialistas en comunistas. ¿Es esto posible? Pues si. Basta oírle en sus mítines, no diferentes en nada a los que Pablo Iglesias daba antes de caer en su propia desgracia.
Intoxicar y envenenar es tan fácil como ridículo y a la vez peligroso. Engañar es fácil pero sus consecuencias pueden ser letales para una sociedad.
Es el crecepelo milagroso que le está tocando vender a la sociedad española después de hacer pandilla con pro terroristas, separatistas, comunistas… y el que llegue. El problema estriba en que no les puede controlar porque, entre otras cosas, no se dejan. En vez de andar provocando continuas crisis de gobierno, como sería lógico ante tanta estulticia, errores y presunto mangoneo ministerial, Sánchez ha elegido la opción más camaleónica adoptando colores, formas y contenidos a partes iguales y mezclando un poco de todo. Un cóctel imposible. Ya no sabe a quien dárselo a probar; lo que es y lo que sale por su boca es de difícil traducción al lenguaje de la lógica y la vergüenza.
Nunca pensé en verme en la situación de llamar mamarracho a todo un ministro de cultura. Utilizo el término en vez de hacerlo con los de su significado: persona estrafalaria o ridícula.
Urtasun, comunista, irrespetuoso con todo aquello que no comparte e inquisidor de sus caprichos, ha definido la tauromaquia como una modalidad de maltrato animal, obviando los millones de seres humanos que su ideología ha liquidado, ajusticiado y previamente maltratado en confinamientos que nada tienen que ver con los regulados por la actual ley de bienestar animal. Ridículo y estrafalario es quien entiende que la Tauromaquia no es cultura y que los humanos, cuando divergen, no merecen tanto respeto.