Manuel Recio Abad. suiteinformación.- La reciente intervención del presidente del Gobierno en el Congreso de los Diputados supone la declaración más palpable del fin de la libertad de expresión en España. Bajo el pretexto de legislar para conseguir una pretendida “regeneración democrática” ha expuesto una serie de líneas programáticas tendentes a financiar a unos medios de información e impedir que otros continúen haciendo su labor. Vuelve la censura, la democracia a medias. Sanchez quiere unos medios de comunicación bajo su estricto control. Para ello utilizará la inversión en publicidad institucional a modo de premio o castigo dependiendo del contenido de sus publicaciones y el comportamiento editorial favorable o contrario a las acciones gubernamentales. Una auténtica aberración por antidemocratica y contraria al principio de libertad de prensa y de opinión.
No ha dudado en justificar la decisión en la normativa aprobada por la UE al respecto pero adobada a la manera del sentir sanchista, tendente a acabar con lo que denomina seudo medios, es decir aquellas cabeceras independientes que a través de internet desarrollan una labor importantísima de información mediática y generación de opinión directa al alcance de todos. A estos medios achaca la creación de bulos y noticias falsas, cuando en realidad han servido para sacar a la luz mucha información, que los medios tradicionales de prensa, radio y televisión han ocultado o bien difunden con escasez de datos y ningún seguimiento práctico. El colmo es tratar de convencer al ciudadano de que estos medios están controlados y financiados por la extrema derecha o ultra derecha como gusta en llamar a quienes demuestran su desagrado y oposición ante su pésima gestión política y la corrupción más palpable. Tapar bocas discrepantes no es regenerar la democracia, sino poner fin a ella. Impedir que medios de comunicación y sus profesionales desarrollen su actividad profesional por el mero hecho de disentir, es un paso atrás que nos lleva a otra época ya superada. Un país mudo está condenado a soportar la autocracia y vivir al dictado de sus gobernantes.
No lo permitamos