Manuel Recio Abad. suiteinformación.– Irregular es la forma del ruedo maestrante, como irregular ha sido su historia.
La plaza de toros propiedad de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla está considerada como la de más importancia del mundo taurómaco. Su construcción fue lenta, pausada, sin prisas, al igual que de esa guisa se diseña y confecciona el buen toreo.
En 1730 se comenzó a edificar una plaza por la Real Maestranza, utilizando la madera como material de obra, tras haber concedido el Rey Felipe V el privilegio de celebrar corridas de toros. Era de planta rectangular y cercana al actual emplazamiento, en un solar situado entre el Convento del Pópulo y el Monte del Baratillo. En 1733 se desmonta la inicial para construirse otra, también de madera pero pasando a ser el ruedo de forma circular. En 1739 se levanta una tercera plaza y en 1759 una cuarta, que debía coincidir en su disposición con la anterior, desmontada en 1756 al prohibirse los toros en 1754. La construcción de la actual se inicia en 1761 según proyecto De Francisco Sánchez de Aragón y posterior dirección técnica de Pedro de San Martín.
En 1785 Carlos III prohíbe las corridas de toros en todo el país. Comienza un período de sesenta largos años en el que las obras no avanzan. Reiniciadas las obras, en 1876 se realizan varias reformas y acabados a cargo de Juan Talavera. Es entonces cuando el ruedo se cubre y compacta con albero procedente de las canteras de Alcalá de Guadaira, se cierra toda la alquería y por fin se terminan las obras en el año 1881. Los actuales tendidos de ladrillo fueron aportados por Aníbal González y José Saiz y López en los años 1914-1915. Un total de 120 años se tardó en su construcción.
Se estima que en ella se han lidiado más de 11.000 toros a lo largo de su historia. Una cifra nada desdeñable que demuestra la importancia de este coso reconocido por la afición y los profesionales en general como la primera plaza del mundo, rivalizando con la existente en la capital de España, Las Ventas, de mayor capacidad, más cómoda y moderna, inaugurada el 17 de junio de 1931.
Sobre la Real Maestranza, sus propietarios y la empresa arrendataria, recae un sigiloso litigio en cuanto a la finalización del contrato de explotación, el reparto de ingresos generados por visitas al Museo Taurino, celebraciones, espectáculos ajenos a la tauromaquia y compensaciones pendientes en concepto de impuesto sobre el valor añadido.
Sin entrar a analizar la gestión histórica de la plaza, buena en muchos aspectos pero sólo regular en otros, es preciso apuntar la infrautilización de sus espacios durante el año, una vez concluida la temporada taurina, cuando a excepción del Museo, sólo es utilizada para eventos en muy contadas ocasiones.
La Maestranza debería ser la sede de la Escuela de Tauromaquia de Sevilla, permitiéndose que en su ruedo entrenen sus alumnos, futuros matadores de toros en ciernes, con lo que ello tiene de significado.
Estamos ante un monumento que fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 1983, por lo cual es muy complicado acometer obras de mejoras y adaptación a las modificaciones reglamentarias, resultando una plaza con un aforo de 12.500 localidades, insuficientes, incómodas y de difícil acceso, como ya se pudo comprobar en la pasada Feria de San Miguel, demorándose el inicio del primer festejo por el retraso de parte de un público poco previsor, en alcanzar puntualmente sus respectivas localidades.
Este nuevo año que ahora comienza puede aportarnos noticias. ¿En quien recaerá la futura gestión del coso maestrante?. ¿Habrá un nuevo acuerdo con los descendientes de D. Eduardo Pagés, iniciador de la saga de gestores responsables durante estos últimos 92 años del desarrollo de los festejos taurinos o bien se decantará la Noble Institución por publicar un pliego de condiciones y sacarla a concurso adjudicando al mejor postor el futuro de la fiesta en Sevilla?. Pretendientes para ello no escasean pero, como pasa casi siempre en este mundo del toro, todos los interesados están apostados detrás de la mata, lo que viene a confirmar la más absoluta falta de verdadera y libre competencia en el sector.
El tiempo nos dirá.