REDACCION. M. Recio. suiteinformación.- Visionar las imágenes de vida y muerte que nos llegan a través de la pequeña o gran pantalla, causan horror, tristeza y ansiedad a partes iguales.
Es curioso que el tamaño de las pantallas de televisión sean inversamente proporcional al nivel intelectual de sus adquirentes. Ayer oí decir a un contertulio una estupidez de campeonato. Afirmó que “la guerra no es elegante”. Yo haría un ruego; cuando se va de invitado o cobrando por ello, a una cadena de televisión o radio para dirigirse al público, midan por favor las palabras. Ser libre no tiene por qué coincidir con ser idiota.
España ya podría definirse y así se diferencia, de otros países de la Unión Europea, por la zafiedad de sus votantes, que lejos de votar a favor de alguien, denotan hacerlo en contra de aquellos a los que odian y aborrecen.
Da igual si con su voto pueden estar firmando sus propias sentencias de muerte, la de sus familias enteras, hijos , nietos y además contribuyen a la destrucción de su propio país.
No hay solución para nuestra incultura y ceguera política.
Creemos, por otro lado, que episodios nacionales ajenos, tan poco edificantes y alejados como la Guerra de los Balcanes, la de Ucrania, esta pavorosa quinta guerra árabe-israelí y otras, nunca podrían darse en nuestra piel de toro. Craso error. Se están repitiendo los mismos modos y maneras, con idéntico tempo a lo ocurrido en España desde 1931 a 1936. Que vino después? Eso. Pero al español no le gusta leer la historia, su propia historia, la de nuestra nación que es tan importante y trascendente como gloriosa. Así nos va. Quien no se preocupa en conocer de dónde viene no tiene ojos ni inteligencia para saber a donde va.
Algo que siempre me ha llamado la atención es cómo se puede decidir ser marxista cuando se confunde a Carlos con Groucho, cuando levantas el brazo con el puño cerrado porque así vio hacerlo a su padre o abuelo, cuando te convencen de que la Revolución Rusa fue necesaria y positiva, no obstante los más de cien millones de muertos que ha causado por todo el mundo, cuando entonas la Internacional sin tener ni pajolera idea de su letra, cuando te convencen de que el empresario es mucho más feliz que sus trabajadores y sobre todo cuando crees que una parte de su dinero te pertenece. Se atribuye a Platón la frase “los muertos son los únicos que ven el final de la guerra”. Sin embargo pertenece a George Santayana y se recoge en su obra “Soliloquios en Inglaterra”. La guerra es consustancial al ser humano. La violencia y la injusticia se alían para servir de arma en mano del hombre para poder cometer los crímenes más atroces.
Pero hay quien al terrorismo le llama guerra y al asesinato interactuación, igual que los ataques de orcas a los timones de los veleros en aguas del Estrecho de Gibraltar. Así vamos soportando la absoluta levedad e inmundicia de una izquierda que parece haber abandonado para siempre el sentido de la honestidad y la vergüenza, que todo lo justifica en aras de mejorar sus propias y egoístas vidas y que blanquea todo aquello que le interesa ya sea terrorismo, rebelión, malversación….
Lo peor de todo es como lo justifican, insultando gravemente a la inteligencia de los vivos y a la memoria de quienes dejaron de estarlo, cayendo vilmente asesinados.
¿Nadie dice basta ya?
¿Tenemos que soportar todo esto entre telediarios?
¿Nadie va a hacer nada?
¿Solo manifestaciones?
¿Ya solo hay jueces para delitos menores?
En fin… En 1635 Pedro Calderón de la Barca estrenó su obra de teatro “La Vida es Sueño”. En ella su autor remarca la grandeza del ser humano para ordenar su propia vida, desechando la influencia que el destino pueda llegar a tener en ella. No ha perdido un ápice de actualidad. Pero es posible que en las actuales circunstancias D. Pedro cambiase el título de su inmortal obra por el de “ La Muerte es Sueño” porque con este frenesí sería mucho más apropiado y convincente. M.Recio.