REDACCION. M. Recio. suiteinformación.- Celebrado el primer debate parlamentario en la Cámara Baja he sacado dos conclusiones. La primera el bajísimo, por no decir nulo, nivel formativo y educacional de algunos parlamentarios de los que fueron subiendo al estrado uno tras otro. Ahorro nombrarles y calificarles porque ellos mismos ya lo hicieron suficientemente en el fondo y en la forma. ¿Es este el máximo nivel que pueden alcanzar los que se auto califican como políticos progresistas? ¿De verdad? Es para quedarse atónito.
Por el contrario, y es mi segunda conclusión, el candidato a Presidente, Núñez Feijóo sorprendió al gran público en todas y cada una de sus intervenciones, tan seguras como sosegadas, poniendo en su lugar a los peones pro Sánchez, muchos de los cuales no se habían visto en una igual en sus serviles vidas.
Las matemáticas, lo único perfecto y eterno después de Dios, es una de las ciencias exactas y estas son aquellas que producen conocimiento a partir de métodos científicos. También la política o politología es ciencia, esta de carácter social, que estudia los sistemas y comportamientos políticos en la sociedad. Parece ser que estas ciencias están más en la calle que en el Congreso.
Nada más anti científico que el monstruo del Dr. Frankestein. Pedro Sánchez se asemeja más al titán Prometeo, quien modeló en barro a los primeros seres humanos, saltándose todas las leyes y para darles vida robó el fuego al Dios Zeus. Hoy no era necesario siquiera contar los votos.
Se conocía el resultado antes de celebrarse la votación. Mientras se desarrollaba el debate, esa sociedad objeto de estudio por los politólogos, seguía en lo suyo, con sus quehaceres, llenando los estadios, circulando por las calles y haciendo caso omiso a lo que estaba ocurriendo en el Congreso de los Diputados. No interesa lo que allí ocurra, hay tanto desencanto en la palabra como desconfianza en las promesas, en el mercadeo de votos, el engaño y el oportunismo de sus protagonistas principales. No es tan importante cuál sea el resultado de un pacto ignominioso. Lo auténticamente importante y peligroso es como piensan sus firmantes, cuáles son sus respectivos sentidos de la vida y qué concepto tienen de la moralidad y la ética.
Hay un español que con toda seguridad, ha seguido el debate con el máximo interés. Debido a él, Pedro Sánchez guardó silencio y no intervino en su turno de palabra, pues ese español era el único ser que verdaderamente le interesaba. Un español cuya decisión será en pocos días, determinante para el futuro de España y del que Sánchez y su desvergüenza dependen. Un español que ha sido educado y formado para cumplir con la obligación que la Constitución de 1978 le tiene encomendada. Sabe que no puede fallar porque tras la ley de amnistía y los referéndums de autodeterminación, puede venir otro que le afectará de forma muy directa. Cuarenta y siete millones de almas le observan y esperan de él una sabia decisión. Es un español tranquilo que reina pero no gobierna. Sin embargo observa cómo se urde la mayor y más peligrosa trama organizada de todos los tiempos, que pone en serio peligro la unidad territorial del Estado y el Principio de División de Poderes. Cuenta con el apoyo de una inmensa mayoría del electorado.
Señor ,que no le tiemble el pulso por España, todo por España. M. Recio