REDACCION. M. Recio. suiteinformación.- En una democracia la libertad individual a la hora de decidir y emitir el voto es básica. Si la autonomía de cada persona para introducir libremente en la urna su voto está mediatizada, se está provocando una adulteración contraria al espíritu fundamental de toda democracia: la libertad.
La fuerza del voto no estriba en su emisión única, sino en el resultado de la suma en su conjunto. Pero no dar importancia a cada uno de los votos emitidos conculca el orden democrático y además facilita el control maniqueo de los resultados a la hora de depositarlo en la urna.
El voto individual se torna en familiar mucho más de lo que los sociólogos imaginan. Las encuestas se atienen a consultas personales sobre la intención de voto, pero no prevé que se esté tan sólo ante una mera intención y que a la hora de la verdad votará a quien el jefe, o jefa del clan, decida.
Quizás sea debido a lo expuesto, que resulte imposible que los sondeos previos a las elecciones, concuerden con los resultados. Esos votos grupales me recuerdan a los manojitos de boquerones cuando entran en la sartén con el aceite caliente, pegados con harina por sus colas. Así van los votos a las urnas, a manojitos y por orden de quien manda en cada casaY a todo esto, ¿quién le ha mandado a la líder de Sumar by Loewe que volase hasta Bruselas, la capital de las coles, en época de danas, a cantarle una nana al prófugo Puigdemont?. Y a todo esto, , a cantarle una nana al prófugo Puigdemont?
La libertad hace aguas en época en la que se trata de imponer a quien votas, con quien te reúnes, a quien aplaudes, a quien besas, cuál es la única opinión válida y hasta qué debes pensar. Nadie se atreve a llamar a la movilización, a dar un mensaje valiente de optimismo, a desentonar, a hacer creer que otra forma de vivir es posible y que no hay que tener miedo. La estupefacción ha calado en lo más hondo de la ciudadanía, que no entiende que es lo que está ocurriendo.
La sociedad se ha paralizado, se encuentra en estado catatónico, limitándose a esperar la llegada, por sí sola, de una vida más feliz. Mientras, pasan los días, caen las hojas del calendario y la inacción de todos permite a unos pocos la imposición arbitraria de unos modos de hacer política, a los que el bien común les suena a música celestial. Ya solo nos queda por oír aquella frase de Lenin , cuando afirmó: “libertad?…..y libertad para qué?.
M. Recio 5/9/23