- En los alumnos identificados, a veces, se atiende el aspecto académico, pero el bienestar emocional queda soterrado
- Según el entorno, «a veces se van como apagando, protegiéndose y buscando el que no se les descubra»
«A la liebre, durante toda su vida, la educaron como si fuera una tortuga. Unas pocas personas se daban cuenta de que era una liebre, pero pensaban que no necesitaba una educación diferente por ello»… Así comienza esta breve fábula*, escrita por la psicóloga experta en altas capacidades Teresa Millán, que ilustra la realidad de muchos estudiantes con esta condición.
Muchos docentes desconocen que la estructura neuronal de este alumnado es diferente, de ahí que su comportamiento y razonamiento sea distinto del resto, argumenta la formadora de profesorado en altas capacidades (AACC). El cuento es una metáfora sobre la soledad e incomprensión que sienten muchos de ellos en el entorno educativo.«El resto no se daba cuenta. Habían leído cosas sobre las liebres, como que eran capaces de correr 100 metros en 1 segundo. Y pensaban: “si realmente fuera liebre, correría más. No creo que sea liebre. A mí no me parece”.
Las alumnos con AACC procesan la información de forma más rápida y profunda, lo que a veces les lleva a conectar información que en principio, para otras personas, no está relacionada, explica la psicóloga y resultan «molestos». Se hacen muchas preguntas y a veces interrumpen la clase.
La experta señala que esta forma de pensar divergente provoca que en ocasiones sus intereses no coincidan con los de sus compañeros y se sientan aislados, lo cual tiene consecuencias emocionales. «A la hora del recreo, liebre se quedaba sola […]Finalmente, la llevaron al psicólogo para que le enseñara habilidades sociales y aprendiera a relacionarse con los demás». El cuento, no termina bien para la liebre. Aparentemente se adapta y aunque deja de «molestar» no consigue ser feliz. De hecho, la historia acaba con una carrera en la que la liebre pierde. Teresa Millán analiza qué son las altas capacidades y las repercusiones que tiene ignorarlas.
PREGUNTA: ¿Qué son las altas capacidades?
RESPUESTA: Son producto de un cerebro diferente que procesa la información de una manera distinta. Este cerebro aprende más rápido y puede analizar las cosas con mayor profundidad encontrando relaciones entre temas. No es el estereotipo que tenemos de niño que se lo sabe todo.
P: ¿A qué se refiere con un cerebro diferente?
R: Tiene una mayor interconexión entre distintas áreas cerebrales —su cuerpo calloso es más grueso— lo que se conoce como cerebro en árbol. Esto se traduce, por ejemplo en que la actividad cerebral en tareas como la identificación de expresiones faciales —como la tristeza— es mayor. Esto explica que tengan una mayor sensibilidad emocional. Por otro lado es un cerebro que se caracteriza por un tener un menor consumo metabólico, ya que no necesita activar todas las áreas que precisa un cerebro «normal» para hacer otras tareas. Otra particularidad es que la corteza cerebral y el lóbulo frontal de los niños con AACC crece más rápido durante los seis primeros años de vida.
P:¿Este cerebro puede aprender en cualquier entorno?
R: Lo primero que me gustaría destacar es que hay muchísimos tipos de alta capacidad. Partiendo de que hay muchos tipos, unos necesitan unas cosas y otros necesitan otras. Por ejemplo, hay alumnos que destacan solo en un área -un talento verbal, un talento matemático, un talento creativo etc- también hay niños que destacan en varios ámbitos, lo que llamamos talentos complejos y los que sobresalen en todo, los superdotados.
Altas capacidades: una realidad invisible
Hay niños que brillan en las aulas, pero hay otros tipos de alta capacidad, como la que tiene que ver con la creatividad y la inteligencia no verbal. En este último caso suelen ser niños muy visuales y aprenden más por imágenes. Y si tienes un profesor explicando la lección, hablando sin más, se aburren un montón y desconectan. Por lo tanto, necesitan un entorno en el que se les permita aprender.
“La información que tenemos está muy estereotipada, es muy del talento académico“
Cuando hablamos de niños con AACC podemos encontrarnos con alumnos “incómodos”. Durante la explicación de un profesor, puede darse el caso de que interrumpan con preguntas que el profesor no se ha planteado nunca y no sabe resolver. Yo conozco el caso de un profesor que ante esta situación respondió: “Bueno, vamos a contestar al listillo de la clase” con un tono un poco peyorativo. Probablemente, el resultado fue que ese niño no quisiera hacer más preguntas, porque percibiese su curiosidad como negativa.
Según es el entorno los niños, a veces se van como apagando, protegiéndose y buscando el que no se les descubra.
P: ¿Cuándo podemos sospechar que un niño tiene altas capacidades? Es decir, ¿hay algunas claves?
R: Es muy difícil, aunque si existen claves. Incluso hay test de screening que son gratuitos, que están por internet. Por ejemplo, en la web de Confines de la Confederación de Asociaciones están los de Luz Pérez, Javier Turón también tiene en su página web test de screening que pueden rellenar las familias y eso les indica, sin ser un diagnóstico como la probabilidad. Según el resultado se puede valorar seguir indagando.
Hay cosas que se detectan, pero el problema es que la información que tenemos está muy estereotipada, es muy del talento académico. O sea, es como que parece que solo se ven a los Sheldon Cooper (personaje superdotado de la serieThe Big Bang Theory), por decirlo rápidamente, pero hay otro perfil de niños.
Los talentos verbales son niños que tienen un vocabulario que no está acorde a su edad y eso ya llama la atención. O hay otros niños que están siempre preguntando datos numéricos y esto cuánto es y cuánto mide… En definitiva, son niños con curiosidades o intereses, que no son normales para un niño de esa edad. Estos detalles son las cosas a las que tenemos que prestar atención y no está relacionado con las notas. Que saques muy buenas notas en el colegio no es determinante de AACC. Algunos las obtienen y otros todo lo contrario.
P: ¿Tendría que ver más con una manera diferente de percibir el mundo? ¿Son más sensibles?
R: Sí, esta es otra de las cosas. Esta manera distinta o más rápida de procesar la información hace que también capten más información no verbal o más información emocional. Y eso les hace a veces sufrir por cosas que a lo mejor otros niños no se enteran.
Por ejemplo, muchas veces las familias de estos niños cuentan que tienen que tener mucho cuidado al ver los telediarios, aunque el niño sea pequeño, porque luego puede llorar por alguna noticia que ha visto. Sí que pueden ser más sensibles o sufrir más que otros niños, o preocuparse por temas, como la muerte a una edad muy temprana y entonces sufrir mucho, cuando otros niños no se lo están planteando. A veces lo pasan mal porque anticipan un problema o situación.
P: Hay familias que se quejan de que en los colegios se atiende poco la AACC respecto a otras diversidades ¿Por qué cree que es así?
R: La respuesta que recoge la normativa de educación es académica, por ejemplo, puede ser necesitar un enriquecimiento, que lo adelantemos de curso, pero la parte emocional queda muy soterrada y a veces estos niños no encajan bien.
Recuerdo una vez un niño de tercero de primaria al que le encantaban los coches. Sabía de motores, de coches y no entendía por qué en el recreo al jugar con sus compañeros a carreras de coches no comprendían la dinámica que proponía. El niño intentaba asignar a cada jugador clases de coches y explicar sus características, por ejemplo , tú eres un Ferrari, para que supiera cómo tenía que correr y se frustraba muchísimo porque los compañeros se echaban a correr antes conocer los rasgos de su escudería. Este niño lo pasaba muy mal porque en el colegio no conseguía jugar con sus compañeros aunque lo intentaba. El problema estaba en que no se comprendían. Esa parte emocional hay que trabajarla para que el niño se sienta aceptado.
A veces se sienten diferentes y se camuflan especialmente las niñas. Es el famoso masking del que se está hablando ahora, tanto en la alta capacidad como en el autismo. Las niñas conscientes de sus caracteristicas piensan: ‘Dime cómo tengo que comportarme, que lo voy a hacer’. Se adaptan y esconden. Y es muy importante esa valoración de sí mismas, porque se dan cuenta que, si ellas son ellas mismas, no las van a aceptar. Como consecuencia, la autoestima se ve muy dañada.
Todos necesitamos un entorno en el que podamos ser nosotros mismos, que se nos acepte tal y como somos, incluidas nuestras diferencias.
P: ¿Las personas con AACC que llegan a su consulta lo hacen más por motivo académico o emocional?
R: El estereotipo de niño de alta capacidad y muy buenas notas evidentemente nunca viene a consulta. Entonces, ¿cuáles son los que vienen? Yo veo aquí una diferencia de género. Los que tienen un problema de conducta, que en este ámbito suelen ser más bien chicos. Las que tienen un problema emocional suelen ser más las chicas. Los padres las ven apagadas y dicen: ‘No sé si está deprimida, no va contenta al colegio, no se relaciona bien’.
Hay un tercer grupo, que no está relacionado con el género, en el que los padres explican que los ven inteligentes, pero que luego no rinden en el colegio. Y aquí tenemos las dobles excepcionalidades o triples. Se trata de que conviven una alta capacidad y un problema de aprendizaje como, por ejemplo, una dislexia. Evidentemente en el colegio, que todo se valora leyendo y escribiendo, pues no destaca porque va arrastrando un saco de piedras.
Pueden ser niños que hablan, participan en clase y hablando aportan mucho y luego los profesores argumentan que son vagos porque en el examen escriben lo mínimo. Pero es porque tiene una dificultad en lectoescritura no detectada y escribe lo mínimo porque le cuesta mucho esfuerzo. Conozco un caso de un chico que entregó el examen en blanco a su profesor y le dijo: «Tú ya sabes que me lo sé, ¿me vas a suspender?».
P:¿Cuánto tiempo cuesta hacer una evaluación?
R: Que lo aprueben dentro del sistema educativo pueden ser años porque no se considera prioritario.
P: Una vez que ya has iniciado el proceso. ¿Es un proceso muy largo o complejo?
R: No es tan complejo una vez que empieza el proceso. Yo creo que más o menos, teniendo en cuenta que los orientadores van al colegio un día a la semana y que tienen que recoger información de la familia, pasar los test, hablar con los profesores y hacer el informe modelo, en cosa de un mes aproximadamente ya lo suelen tener hecho.
Pero aquí quiero incidir en el problema y es que los orientadores están muy saturados, eso hay que entenderlo. No se les puede pedir que hagan más porque están desbordados y van haciendo lo que ven más urgente. Entonces, lo que suele pasar con esta alta capacidad es que el niño normalmente no tiene problemas en primaria, a no ser que haya una doble excepcionalidad, por lo que no se evalúa.
Pero si tenemos esa doble excepcionalidad, la alta capacidad no se ve, por lo que tampoco ven el motivo para evaluarla, porque no destaca. Pero la consecuencia es que si no se toman medidas en estos primeros cursos van llegando a la ESO, al bachillerato o incluso a la universidad, con una serie de carencias en las habilidades para estudiar.
Voy a poner el ejemplo de una chica y esta la evalué en infantil y ahora está en la universidad. La primera vez que suspendió una asignatura me dijo: ‘Cuando me di cuenta de que no me daba tiempo a preparar la asignatura, la dejé y ya no me dio tiempo de preparar otra más’. Cuando le pregunté por la planificación, me dijo que nunca la había necesitado, por lo tanto no tenía esa habilidad y concluyó que no era tan lista.
P: ¿Qué consejos le daría a padres que sospechan que sus hijos pueden tener altas capacidades o que ya las tienen confirmadas?
R: Tranquilidad. No tienen por que ir mal las cosas. Porque sí que es verdad que a veces al buscar información saltan todas las alarmas. Intentar entender cómo funciona cada niño en concreto para no encorsetarlos o empujarlos por unos caminos que no son los suyos. No juzgar de antemano los comportamientos, algunos son desafiantes, pero otras veces lo entendemos nosotros como desafiante, cuando en realidad no es así.
* Cuento de la liebre y la tortuga
A la liebre, durante toda su vida, la educaron como si fuera una tortuga. Unas pocas personas se daban cuenta de que era una liebre, pero pensaban que no necesitaba una educación diferente por ello. El resto no se daba cuenta.
Habían leído cosas sobre las liebres, como que eran capaces de correr 100 metros en 1 segundo. Y pensaban: “si realmente fuera liebre, correría más. No creo que sea liebre. A mí no me parece”.
Continuamente le reñían porque quería correr y saltar. “Qué pesada eres”, le decían, sin darse cuenta de que no lo hacía por molestar, sino que correr y saltar formaba parte de su naturaleza. En clase, el profesor les decía: “Hay que correr cinco metros y tenéis media hora de tiempo. Liebre, si lo acabas antes, te lo haré repetir”. Liebre no lo entendía y protestaba.
Ella había oído hablar de que se podía correr 100 metros, incluso 1 kilómetro… Soñaba con el día en que le dejaran correr esas distancias. Pero su profesor le replicaba: “No seas prepotente liebre. Si tú corres todo eso, tus compañeros se sentirán mal. Alguien debería bajarte los humos de una vez”.
A la hora del recreo, liebre se quedaba sola. Las tortugas querían jugar al escondite y se metían en sus caparazones. Liebre quería jugar a correr y saltar. “Tienes que esforzarte” le decían, “tus compañeros son buenos chicos. Pon de tu parte para integrarte en el grupo”.
Finalmente, la llevaron al psicólogo para que le enseñara habilidades sociales y aprendiera a relacionarse con los demás. Algunos de sus compañeros le empezaron a poner motes y a reírse de ella. Al estar sola, nadie la defendía, y se fue aislando más.
Y así, poco a poco y sin darse cuenta, liebre se fue adaptando a lo que se esperaba de ella. Empezaba a correr, se despistaba con cualquier cosa y se metía en su mundo, y al rato volvía a correr y terminaba la carrera a tiempo y con buena nota. A veces algún profesor le decía: “Creo que tú puedes hacer más, que no te esfuerzas lo suficiente”. Y como mucho le bajaba la nota por ello. Pero no cambiaba nada. Así vivió liebre hasta el día de la carrera. Y cuando perdió, todos se alegraron, porque por fin alguien le había bajado los humos. Porque liebre había perdido por vaga y presuntuosa. ¿O no?
Autor: Teresa Millán