Manuel Recio Abad. suiteinformación.- La tauromaquia no solo es arte, sino también un camino que muchos toreros recorren con una fuerte carga espiritual. La fe en Dios y en lo divino es una constante en la vida de estos artistas, proporcionándoles consuelo y fortaleza ante los peligros que enfrentan en el ruedo. A lo largo de la historia los profesionales del mundo taurino, han compartido su devoción religiosa, convirtiendo su fe en un pilar fundamental de su carrera.
José Gómez Ortega, “Joselito el Gallo” o “ Gallito” , fue uno de los toreros más emblemáticos de principios del siglo XX en España. Su religiosidad era notable y profundamente arraigada en su vida cotidiana y profesional. Joselito tenía una gran devoción hacia la Virgen de la Esperanza Macarena, muy venerada en Sevilla. Se dice que antes de cada corrida, se encomendaba a ella.
Esta devoción era común entre muchos toreros de la época, quienes veían en la religión un refugio ante los riesgos que conllevaba su profesión. Su trágica muerte en la plaza de toros de Talavera de la Reina en 1920, tras una gravísima cornada que le infirió el toro “Bailaor” de la ganadería de la Vda. de Ortega, hizo que muchos aficionados recordaran su fe ferviente. Se dice que su última súplica fue dirigida a Dios, lo que reforzó su imagen como un torero profundamente espiritual.Se cuenta que Joselito hizo promesas a la Virgen antes de corridas importantes, ofreciendo su éxito a cambio de protección divina. Después de su muerte, muchos aficionados y colegas le rindieron homenaje asociándolo con la figura de la Macarena, consolidando así su imagen como un torero cuya vida estuvo marcada por una profunda espiritualidad.
La relación entre Joselito el Gallo y la Virgen de la Macarena es un ejemplo perfecto de cómo la religión y el arte del toreo han estado entrelazados a lo largo de los años, ofreciendo consuelo y fuerza a los toreros en sus momentos más difíciles.
Otro torero español de leyenda fue Manuel Laureano Rodríguez Sánchez, conocido como “Manolete”, cordobés de pura cepa, era conocido por su profunda fe católica. Antes de cada corrida, Manolete se retiraba , como hacen todos, a rezar en la capilla del coso taurino. En la capilla existente en la Monumental de Mexico preside el altar la Virgen de Guadalupe, estando también presentes las imágenes de la Esperanza Macarena y otra del Señor del Gran Poder, ante quienes rezó Manolete en sus tardes de triunfo. Se dice que siempre llevaba consigo una medalla de la Santísima Virgen de la Esperanza Macarena, a quien consideraba su protectora. Su trágica muerte en 1947 al entrar a matar al toro Islero de Miura, dejó un legado imborrable y se dice que sus últimas palabras fueron una súplica a Dios.
José Tomás, torero contemporáneo es famoso no solo por su técnica y valentía, sino también por su espiritualidad. José Tomás es conocido por asistir a misa antes de cada corrida. En varias entrevistas, ha mencionado cómo la oración le brinda calma y claridad mental antes de enfrentarse a la lidia de sus lotes. Su conexión con lo divino es tan fuerte que muchos aficionados lo ven como un “místico” del toreo.
Julián López Escobar, conocido como “El Juli”, recientemente retirado de los ruedos, ha compartido innumerables anécdotas sobre cómo su fe le ha ayudado a superar momentos muy difíciles en su carrera. Tras sufrir una grave cornada en 2008, El Juli se recuperó rápidamente y atribuyó su fortaleza y pronta recuperación a sus oraciones y a la ayuda divina. En varias ocasiones ha declarado que siempre lleva consigo una imagen de San Isidro, el santo patrón de los agricultores y ganaderos.
Morante de la Puebla, aclamado torero guijarrero, también es conocido por su profundo sentido religioso. Morante ha sido visto siempre rezando antes de salir al ruedo y siente una gran devoción hacia la Virgen del Rocío. En entrevistas, ha hablado sobre cómo su fe le proporciona tranquilidad y le permite concentrarse plenamente en el arte del toreo.
La fe religiosa entre los toreros va más allá de simples rituales; es una parte integral de su identidad y su vida profesional. A través de sus creencias profundas y conmovedoras anécdotas personales, estos artistas encuentran fortaleza y seguridad para enfrentar los desafíos en el ruedo. La conexión entre el arte del toreo y la espiritualidad revela la humanidad detrás del espectáculo, recordándonos que incluso en el peligro hay espacio para la devoción y la esperanza.