Manuel Recio Abad. suiteinformación.- La democracia es estudiada por la ciencia política, siendo un concepto central fundamental en ella, referida como el sistema de gobierno en el que el poder reside en el pueblo y es ejercido a través del sufragio.
Sin embargo, en España, este ideal se ve amenazado por una creciente polarización social que divide a la población en dos bandos. Son varias las circunstancias que provocaban serias dificultades para consolidar un régimen verdaderamente democrático en el contexto español.
Desde la perspectiva de la ciencia política, la democracia implica no solo elecciones libres y justas, sino también el imprescindible respeto por los derechos humanos, la separación de poderes y el estado de derecho. Sin estos tres requisitos la democracia es inalcanzable. Existen diferentes modelos democráticos, como la democracia directa y representativa, pero todos comparten principios fundamentales que garantizan la participación ciudadana y la rendición de cuentas.
España ha experimentado históricamente una división entre dos bandos ideológicos: uno que se identifica con posturas más conservadoras y otro con enfoques progresistas. Esta polarización manifiesta en diversas áreas, incluyendo la política, la cultura y la economía. Las tensiones entre estos grupos han llevado a un clima de confrontación que dificulta, por no decir que hacen imposibles, el diálogo y la cooperación.
De las diferencia ideológicas se pasó a la polarización, de esta al odio y del odio al enfrentamiento y esto ha generado la lógica desconfianza hacia las instituciones democráticas. Muchos ciudadanos sienten que sus intereses no son representados adecuadamente, lo que mina la legitimidad del sistema.
La división social ha llevado a una radicalización de posturas, donde los extremos ganan terreno. Esto dificulta e imposibilita en muchos casos alcanzar los consensos necesarios para gobernar y por el contrario fomenta una retórica que erosiona el respeto mutuo entre diferentes grupos e ideologías.
Las redes sociales han amplificado las voces extremas y el hartazgo ante tanta corrupción liderada por un gobierno socialista irrespetuoso y mandón con todo aquel que no comparte sus modos y maneras, lo que está facilitando la difusión de información a veces errónea. Esto contribuye a agravar las divisiones y dificulta hasta lo imposible el entendimiento entre grupos opuestos.
Las crisis económicas han exacerbado las tensiones sociales al aumentar las desigualdades y crear incertidumbre. Los datos que el gobierno ofrece respecto al crecimiento no concuerda con las dificultades económicas de millones de familias que siguen sin poder llegar a fin de mes. Esta situación terminará por llevar a algunos sectores a buscar soluciones radicales en lugar de confiar en procesos democráticos torpes y viciados.
La democracia es un ideal que requiere esfuerzo constante, respeto, limpieza, altitud de miras, generosidad y honradez para ser mantenido y fortalecido. En España, las dificultades para asentar un régimen auténticamente democrático son patentes y están íntimamente ligadas a la polarización social, al abuso de poder y los desafíos sin solución que esta presenta. Para avanzar hacia una democracia más sólida, es crucial fomentar el diálogo sincero, promover la confianza en las instituciones a cuyo frente han de estar los mejores y trabajar por un entendimiento mutuo entre los diferentes sectores de la sociedad.
En el actual estado de cosas, consolidar una auténtica democracia valorada por todos, es verdaderamente imposible.