Manuel Recio Abad, suiteinformación.- Que una ideología se apropie del concepto de humanidad demuestra en que ha caído la democracia española. La humanidad no tiene ideología. Quien la sienta puede tener, eso sí, conciencia y sentido caritativo de la vida. No es fácil querer al prójimo si te desprecias a ti mismo.
En occidente vivimos en un mundo opulento, seguro y ordenado, no ausente de problemas pero productivo, correctamente organizado, asegurado y protegido. La vieja Europa atrae y su proximidad al otro mundo, el continente africano, la hace fácilmente accesible.
Los diez países más pobres del planeta Tierra son africanos : Níger, República Centroafricana, Chad, Sudán del Sur, Burundi, Mali, Eritrea, Burkina Faso, Sierra Leona, Mozambique y República Democrática del Congo. Se calcula que en el conjunto formado por estos países conviven más de 700 millones de personas en situación de pobreza absoluta; ahora bien, los escasísimos medios de los que disfrutan, les llega para poder comprobar a través de distintos medios, como vivimos aquí. ¿A quién no le apena esta situación? La consecuencia de la suma de estas sensaciones anímicas personales no puede ser la apertura de puertas y fronteras incondicionalmente, de forma indiscriminada y sin el control debido de aquellos, que poniendo en serio riesgo sus vidas, decidan ponerse a pasear carritos llenos de comida sana por los hipermercados españoles, pagar en caja y luego subir sus bolsas a un moderno utilitario, para después dirigirse a una vivienda limpia y confortable. Si no disponen de ingresos para ello, el Estado con cargo a los Presupuestos Generales, se los facilitará. Ya estamos viviendo la doble vara de medir: todo para el invasor y escasez de ayudas para el nacional.
Los nativos estamos en un segundo nivel de prestaciones disponibles, preocupados y ya algo asustados por los contingentes de invasores que están alcanzando nuestras costas, situándose en el primer nivel en cuanto a mimos y ayudas. Para este efecto llamada que ha provocado una auténtica invasión, ya no es necesario recalar pertrechados, ni desembarcar con violencia portando o disparando sus armas. Hoy la conquista de nuevos territorios es pacífica, caritativa, de exquisito recibimiento a base de rescate en alta mar o en playas atestadas de bañistas, haciéndoles entrega de mantas, ropas, servicios sanitarios, agua y comida caliente. Eso es magnifico y muy humanitario, si no fuera porque en 2023 arribaron a nuestras costas 1.817 embarcaciones, vulgo cayucos, conteniendo un total de 56.852 mareantes, sin ningún tipo de identificación , sin control sanitario previo a la partida de sus países de origen, y sin conocerse en absoluto en qué trabajaban y a qué dedicaban su tiempo libre. Tenemos ya a más de 6,5 millones de inmigrantes residiendo en España, de los que 2.243.300 no trabajan. Viven en España sin ocupación. No cotizan pero comen a diario, tienen cobertura sanitaria, medicamentos y sus hijos están escolarizados. En los dos primeros meses de este año 2024, las llegadas irregulares de inmigrantes extranjeros se han incrementado en un 353 %. Los menores irregulares no acompañados, conocidos como “menas” generan multitud de problemas añadidos de extrema gravedad. Quizás esos menores tengan mejor solución a la hora de conseguirse su adaptación al nuevo medio en el que van a vivir y acepten ser educados y formados de una forma, que con toda seguridad sus padres, que allí quedaron, no aceptarían.
El pobre suele despertar simpatías cuando se enfrenta al rico, el débil cuando lo hace al poderoso y el negro frente al blanco. La realidad es que el pobre quiere ser rico como sea, el débil poderoso y el negro blanco, o al menos vivir como ellos y eso en sus países de nacimiento es imposible.
La progresía rampante ha intentado apropiarse de toda la bondad, la generosidad y el amor al prójimo, que les cabe en sus acomplejadas molleras y sensibleros corazones, sin conocer que la esclavitud en la Península Ibérica ya se abolió en 1817. Bien podríamos estar generando sin quererlo un nuevo modelo esclavista. Inmigrantes indocumentados, sin permisos de trabajo, sin techo… Se provocan situaciones paralelas a la esclavitud generadas por unas cegatas e irresponsables políticas públicas de acogida mal diseñadas.
El Reino de Marruecos ha indultado en los últimos cinco años a más de 27.000 reclusos, muchos de ellos condenados por delitos de terrorismo. A varios miles de estos indultados, no se sabe cuántos, se les ha permitido entrar en España. De manera incomprensible esta atrocidad se está silenciando en los medios de comunicación adictos al sanchismo.
El caballo de Troya está ya dentro. Lo que pueda ocurrir en un futuro próximo nadie lo sabe, pero la ciudadanía está muy preocupada y bastante afectada, cansada de ver todo lo que está sucediendo con esta invasión incontrolada que parece no tener fin ni quien lo ponga. La invasión está en marcha y provocando en las Islas Canarias un problema que rebasa en mucho su capacidad para poder atender esta avalancha que no cesa. La solución de nuestros sesudos gobernantes es trasladarles a la península y repartirles por toda la geografía con alojamiento y gastos pagados en centros de acogida, hoteles, etc. sin oficio pero sí con beneficios, dinero de bolsillo y teléfono móvil incluido.
“Si el buenismo simplón del Gobierno de Sánchez sigue priorizando la humanidad sobre la seguridad, la delincuencia vinculada a la inmigración seguirá creciendo” Ignacio Ruiz-Jarabo, Economista y exdirector de la Agencia Tributaria (1998 – 2001) y expresidente de la SEPI (2001 – 2004). La realidad es que los extranjeros residentes en España delinquen tres veces más que los españoles y su llegada masiva a pequeñas localidades está alterando gravemente la convivencia vecinal.
La solución mañana.