Me he despertado sudoroso, nervioso y ojeroso; la pesadilla nocturna ha sido terrible, demoledora, obsesivamente taurina, repetida como un cliché sin fin.
El, una vez llamado campo bravo, era un inmenso desierto sin vida, condenado al Descastamiento Global. No había vida ni esperanza en un arenal seco, sin oasis de esperanza, donde reinaba la podrida mansedumbre, la falta de raza convertida en nobleza pastoril, las plazas vacias y los aficionados atrincherados en pueblos rebeldes, resistiendo al Imperio Romano como en el poblado de Astérix. Los encastes no habían sobrevivido a la desertización de la mal llamada Fiesta Brava, convirtiendo la cabaña ganadera en un amasijo uniforme donde todo parecía lo mismo con independencia de su origen, conservando, eso sí , pelajes variados y encornaduras enfundadas. Panorama desolador que en modo pesadilla resulta axfisiante.
Ya despierto y duchado con agua fría me acuerdo del estado del toro en México, donde la toreabilidad pastueña ha dejado un peligroso antecedente catastrófico que llevamos camino de repetir en Europa por la falta de ambición y comodidad de los que dirigen el negocio. Revertir la ruina es complicado cuando quemamos los puentes de la emoción y la bravura bien entendida. La nobleza animal ovejuna, mal llamada clase, nos ha dejado sin puerto donde amarrar nuestro barco que hace aguas, el cambio en el criterio de selección huyendo del riesgo y quitando al toro poder nos va a dar la puntilla en un futuro no deseado.
Cojo la prensa, lo Núñez de Alcurrucėn, que por suerte no vi, ha sido una mansada que encima no se movió. Lo de Santa Coloma de La Quinta, que algunos hasta defendieron con pasión, fue un desastre para mí inesperado. Perder las raíces para que te la maten las figuras puede traer daños colaterales irreparables. La vuelta al ruedo al primero, justito de casi todo pero con angelical comportamiento, está tan lejos de los Santa Colomas que mataba Paco Camino como yo de convertirme en párroco de mi pueblo. En Francia es otra cosa, será el aire fresco de los Pirineos.
Espero esta noche soñar con documentales de animales salvajes en África y levantarme mañana de mejor leche. Sudar por esto cada día trae menos cuenta.