La personalidad única en el concepto es el elemento diferenciador que da categoría, interés y cierto recorrido, al menos inicialmente, a cualquier torero con capacidad de ilusionar y crear expectativas nuevas en tiempos planos con demasiada uniformidad artística.
Ser distinto, fuera del modelo común que tanto se estila y se vende sin criterio en estos días, es una posibilidad de oro para sacar la cabeza si la suerte te acompaña en el momento preciso: el día D en la hora H. Este tipo de toreros no gozan de regularidad y les sirven menos toros, son constantes en su preparación y mentalización pero necesitan una inspiración puntual que les permita crear. Por norma general no alcanzan los recursos técnicos del resto del escalafón, en primer lugar porque no creen en ellos, y parten de salida con menos soluciones a los problemas. El torero diferente no tiene época, contará con un grupo de partidarios leal, exigente pero indulgente a la vez, que lo seguirá por las plazas, toree mucho o poco, y lo defenderá en cualquier foro como si fuera de la misma sangre.
Ser distinto tiene sus ventajas en épocas de vulgaridad , comodidad y escasa ambición, pero hay que ser muy bueno, tener una cabeza muy amueblada y contar con una afición desmedida para esperar el tren y la oportunidad que te ponga a circular. Los toreros diferentes nunca lo tuvieron fácil, cortaban pocas orejas, pero dejaban aroma de verdad en todo lo que hacían. Hasta sus fracasos, escandalosos en ocasiones, tenían ese encanto de una realidad sincera que no se compra en ningún sitio.
Nunca mandarán en el toreo, pero alimentarán de esperanza a mucha gente, o quizás no tanta, que aún se agarra a el arrebato de manifestación artística de un creador. En mi forma de ver el toreo tienen tanta verdad como la de esos matadores que afrontan su destino frente a los toros de Cuadri o Escolar. Ambas realidades son los pilares de mi afición, cada día más cuestionada por tantos carteles de figuras, repetidos hasta la saciedad y sin ningún interés, que buscando un rendimiento económico se olvidan que las patas que sostienen la fiesta se sustentan en la pasión del artista, por un lado, y en la capacidad del torero para vencer a toros bravos y encastados, por el otro .
No sé si he conseguido explicarme pero al menos lo he intentado.