- Margherita Pelaschier
©Ivan Dimov
Ivan Dimov parece un personaje sacado directamente de una novela de aventuras.
Cuando escuchas su historia, no puedes evitar simpatizar con él y amar a este héroe de buen corazón que, a pesar de haber tenido que enfrentarse a numerosas vicisitudes, sigue persiguiendo sus sueños.
«Rien sans peine» (nada sin esfuerzo y sufrimiento) es el tatuaje que luce Ivan en su brazo izquierdo. Perdió a su madre a los tres años y comenta: «Cuando tienes un gran vacío, tienes que compensarlo con algo más; cuando era niño, luché por ser siempre el primero en todo».
Nacido en Sofía, Bulgaria, Ivan descubrió el mar a los siete años mientras viajaba con su padre y empezó a soñar. Para un niño, salir a navegar significa poner rumbo al horizonte: «Quería navegar solo, así que subí un bote de pesca y solté amarras». Izó la vela solo y empezó a navegar en las aguas tumultuosas del Mar Negro, pura adrenalina, pero, cuando el viento cesó, no supo regresar.
Naufragó durante tres días antes de ser rescatado por un barco militar. «Me llevaron de vuelta a la costa. En ese entonces, todo se resolvía a son de golpes, así que el capitán me golpeó, el médico me golpeó y luego mi padre y el dueño del barco también me golpearon. Pero, a pesar del duro castigo, desde entonces el agua salada fluye por mis venas».
Durante su vida, varios acontecimientos han acercado y alejado a Ivan del mar. De adulto, decidió dejar Bulgaria pero, para hacerlo, necesitaba un trabajo calificado que también pudiera hacer en el extranjero. Fue a trabajar al Hotel Sheraton y se convirtió en chef. Posteriormente,, fue trasladado a Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Allí, logró comprar un barco, un Catalina. Después de un período difícil para los inmigrantes, Dimov se vio obligado a regresar a Bulgaria, pero no se rindió. Vendió su coche por algunos marcos alemanes y se fue a Italia, donde tenía conocidos que, sin embargo, no pudieron ofrecerle ayuda tangible para comenzar una nueva vida.
Sin conocer el italiano y sin recursos financieros, al principio no tenía hogar, era un sintecho. Sin embargo, su fuerza de voluntad e iniciativa lo ayudaron a encontrar un nuevo camino: «Fui a los restaurantes y les ofrecí mi trabajo a cambio de comida, cuando vieron que trabajaba muy bien, empezaron a pagarme».
Después de un año, Ivan hablaba italiano y comenzó a trabajar como albañil. Rápidamente se convirtió en jefe de obra ya que era el único capaz de leer los planos . «Los marineros tenemos buenas habilidades manuales y podemos hacer muchas cosas».
Me pregunto, qué es lo que no puede hacer un hombre como él… «Nunca he tenido que reparar un ascensor», me contesta riendo.
Un amigo arquitecto le da varios encargos y, posteriormente, conoce a un importante parlamentario inglés y se convierte en su factótum. Pasa quince años trabajando para dicha familia y gracias a ellos vuelve a navegar, esta vez entre el Reino Unido y las Bahamas.
Iván encuentra pareja en Italia, con quien vive en Barberino Val d’Elsa, en Toscana, y cuando le ofrecen un trabajo permanente en el Reino Unido, lo rechaza ya que ella no quiere abandonar Italia.
Dimov sigue navegando y sueña con circunnavegar el globo. Dar la vuelta al mundo ha sido su sueño desde que era niño. «Soy como todos los soñadores, pero algunos se quedan en el muelle, mientras que otros se lanzan a convertirlos en realidad… Yo estoy entre estos últimos».
Iván intenta dar la vuelta al mundo, por primera vez, en 2018. Modifica un Coco 6.50, «Minnie», con un aparejo revolucionario, sin vela mayor.
©Ivan DImov
El barco tiene un casco clásico de semi planeo, equipado con una innovadora estructura de doble mástil que sostiene un plano vélico con doble foque. La ruta es compleja, está previsto comenzar en La Rochelle, pasar por los tres grandes cabos y regresar a Francia; sin escalas y sin asistencia. Da la prioridad a simplificar las maniobras para así intentar reducir las posibles roturas pero, desafortunadamente, Ivan tiene que abandonar este proyecto debido a problemas con el barco.
«Cuando Marco Nannini lanzó el Global Solo Challenge, me inscribí de inmediato. Me di cuenta de que podría ser mi segunda oportunidad. Es un evento más «cool» respecto a otros, da más libertad a la vez que respeta importantes normas de seguridad. Patrick Phelipon i yo fuimos entre los primeros en inscribirnos. Patrick es una gran persona, nos ayudamos mutuamente, y estoy feliz de tenerlo como amigo. Estamos compitiendo uno contra el otro, pero así es esta regata, la solidaridad entre competidores es primordial, lo importante es cruzar la línea de llegada».
Dimov participa en el GSC con un Endurance 37, construido en Sudáfrica, en un astillero cerca de Ciudad del Cabo. «Mi barco ya ha navegado mucho con sus anteriores armadores, ha pasado por el Canal de Panamá, ha navegado a Australia, ha dado casi la vuelta al mundo. Esta vez he elegido una embarcación simple y fiable: es un barco de quilla corrida, con una estructura sólida y con un interior muy cómodo». El barco ya estaba equipado con paneles solares y turbinas eólicas. Ivan cambió el aparejo de estay y la jarcia y para completar la preparación ahora debe construir los «crash box» de proa y popa, rehacer las escotillas y ampliar la caseta para protegerse del frío.
«El barco es como si fuera tu brazo, cuando lo mueves sabes exactamente lo que va a pasar. Tienes que saber cómo se comporta en cada condición».
A Dimov no le preocupa la soledad: «Estar solo no es un problema para mi. Me siento bien en medio del mar, en la naturaleza. Lo que me preocupa es el frío, es difícil encontrar algo que te proteja; así que estoy estudiando varias opciones para instalar calefacción a bordo. También me preocupan los ataques de ballenas y orcas, es una experiencia qua ya he tenido y te sientes realmente indefenso».
Las velas del «Blue Ibis», el Endurance 37, estarán reforzadas con costuras de Dacron, «buscaba fuerza y durabilidad, Millennium sailmakers en Prato ha decidido apoyar esta idea y está preparando un nuevo juego de velas para mí».
Iván aún no tiene un patrocinador principal, pero agradece a todos los patrocinadores técnicos que lo están apoyando en su proyecto: Lippert Marine Europe, Quick, Millennium sailmaker, Red Rose Marine Ltd, Poggetto Feeling Better, Usail, Lewmar, 7Life Sport & Fitness y Superduper Hats.
«Entre los patrocinadores, también quisiera mencionar a Patrick Phelipon con quien hablo a menudo, intercambiando ideas y consejos, quiero dedicarle un agradecimiento especial por su amistad y lealtad».
Dimov, de sesenta años, además de preparar su barco, sigue un programa de fortalecimiento muscular y entrena aproximadamente una hora al día. «En el pasado, solía caminar al menos 25 kilómetros al día, ahora como mucho 2 o 3, y si haré 200 metros en el barco será mucho; así que trato de compensar creando masa muscular».
Pero, ¿hay algo que asusta a este marinero? «Sí, el regreso me asusta. Cuando regresas a tierra, después de meses navegando y de mucha soledad, te sientes desorientado por todo lo que ves y oyes a tu alrededor», en resumen, una nostalgia del alma que es difícil de gestionar.
Dimov, como lo hizo durante su primer intento de circunnavegación, dedicará su proyecto a la protección del planeta: «Salvemos nuestro planeta, no tenemos otro en el que escondernos. Cuando salgo a navegar, regreso a puerto cargado de plástico, pero luego no sabemos cómo reciclarlo. Estamos en un punto crítico, espero que las cosas cambien».
«…después de haber navegado por muchos mares, he llegado aquí…» Este es el tatuaje que Dimov lleva en su brazo derecho, del poema 101 de Catulo.
Aquí está Iván listo para una nueva aventura, otra vida en las muchas vidas que ha vivido en seis décadas.
Hoy en día, Dimov es un profesional que restaura barcos abandonados para darles una nueva vida, ha sido nombrado hombre del año en Bulgaria y es conocido como «Capitán Dimov» y lo que realmente quiere es llevar al pequeño Iván a explorar lo que se encuentra más allá de todos los horizontes del globo y así realizar su sueño. Le deseamos lo mejor.