RPRESS Pedro Ignacio Altamirano. Málaga, 25 enero 2023.- Cuando hace apenas unos meses, tuve el gran honor de participar en una conferencia en la Universidad de Padua, dónde dieron clases Nicolás Copérnico, Galileo Galilei, Juan Nepomuceno… y las paredes guardan en silencio, el tesoro universitario más valioso, que no es otros que el respeto por la ideas, reafirmé mi confianza el humanismo. Salí impregnado de cultura sí, pero de mismo modo de respeto máximo al libre pensamiento y expresión desde el sumo respeto al ser.
Cuando observé boquiabierto el esperpéntico espectáculo, repetido mil y una vez por los medios de comunicación, de escuchar al borde del horror, el discurso de la estudiante Elisa María Lozano, tras recibir el premio como la mejor alumna de la Facultad de Ciencias de la Información, vomitar odio e intolerancia hacia una persona en concreto, como es Isabel Díaz Ayudo, comprendí que la Complutense, al menos la facultad de periodismo, no sólo no merece ser denominada como Universidad, sino que es una ofensa a todas las Universidades del mundo.
Ver a una copia mala y en femenino de “Mazinger Z” arrojando rayos de odio por los ojos, mientras con las manos dando círculo a modo de molino de viento al grito de “puños fuera” contra una mujer, que ha tenido el atrevimiento de llegar a la Presidencia de la Comunidad de Madrid sin ser de izquierdas, es un símbolo decadente impresentable de lo bajo que ha caído la Complutensis.
Un horror que, en cualquier gobierno decente impediría que sucediera, pero no, al contrario, el Ministre de turno no sólo lo condena y hace dimitir a los responsables, sino que dice que “es normal” y se queda “tan pichi” el tío. La Complutensis no es una Universidad, es “otra cosa”, entre otras vivero inagotable de nuevas hordas de orcos para engrosar las filas moradas del “Podemismo” verdadero cáncer de la democracia española.
Pobre Universidad, pobre periodismo, pobre país con facultades como esta. Pobre futuro de unos jóvenes radicalizados al borde de salir a la calle, libro rojo de Mao en la mano, recorriendo casas y deteniendo a todos aquellos que no piensen y griten con ellos.
Creo que hago las maletas y me mudo a Padua, o a la Universidad de Settat en Marruecos, que aún pequeña, con unos entusiastas y protestones estudiantes, faltaría más que para eso son jóvenes, pero que sí se están educando en el respeto al prójimo y sus opiniones. En fin que lo que busco es una Universidad donde “formen” y “no deformen” a mi hijo adolescente para verlo crecer y educarse en los valores del humanismo, y no en valores despóticos intolerantes.