
Helena De La Gandara.- La competición de la vela en el caso de las regatas oceánicas es un reto por sí mismo en el que influyen muchos factores externos e internos. A la dureza propia de competir por circunvalar el planeta sin más tripulantes que uno mismo hay que añadir las inclemencias meteorológicas, la destemplanza de sus océanos, los riesgos y los temibles cabos que los delimitan, además de las características propias de una regata oceánica y en solitario como es el caso de la Global Solo Challenge.
Un reto que en ocasiones se compara como la ascensión al Everest. Si bien es verdad que hoy en día casi son un millar de personas al año las que intentan coronar la montaña más alta del mundo apenas un escaso centenar se enfrentan a una regata vuelta al mundo.
Como en cualquier desafío extremo hay muchas similitudes en estos retos deportivos (sean de la naturaleza que sean), pero si hay algo que marca la vuelta al mundo en solitario es la inquebrantable solidaridad de los participantes.

Una treintena de hombres y una mujer se enfrentarán desde septiembre 2023 a las grandes tormentas de los océanos, olas monstruosas y vientos en ocasiones huracanados, con el riesgo añadido que suponen los naufragios, roturas de mástil o accidentes a bordo. Y todo esto en solitario.
Si algo identifica a estos navegantes es sin duda su solidaridad. Son los “caballeros de los océanos” (como les bautizó Isabelle Autissier, la primera mujer en completar una vuelta al mundo en solitario en competición), hombres y mujeres que en caso de emergencia o accidente de alguno de sus compañeros de aventura recorren millas y millas para acudir en su ayuda, dejando de lado la competición y con el único objetivo de socorrer a cualquiera de sus competidores que lo necesite.
Los indómitos océanos Atlántico, Pacifico o Índico fomentan situaciones en las que los navegantes se encuentren a cientos de millas unos de otros. Y es que hay muchas ocasiones en los que la inmensidad de los océanos, el estar en mitad de la nada, no permiten una operación de rescate protagonizada por aviones, helicópteros o salvamento marítimo. Es en esos momentos cuando los caballeros del océano son los únicos que pueden velar por el rescate de sus compañeros.

En este sentido la organización de la Global Solo Challenge, además de contar con todos los protocolos de seguridad en el agua, ha diseñado un sistema de salida que propiciará que las embarcaciones participantes lleguen a los puntos a priori más conflictivos con una flota más o menos reagrupada.
La salida de la GSC desde A Coruña se hará de manera escalonada, con una división por grupos marcados entre otras cosas por los certificados de rating y mientras los barcos más lentos y de menor eslora afrontarán este reto el 2 de septiembre de 2023, las embarcaciones de mayor rendimiento tendrán que esperar al 19 de noviembre. Durante este periodo los grupos intermedios irán afrontando su aventura entre el grupo más lento y el más rápido.
De esta manera el temido océano Sur verá una flota bastante agrupada en caso de que alguno de ellos necesitara asistencia.

El riesgo siempre está presente pero la solidaridad de los participantes es uno de los grandes valores de una prueba como esta. Hay cientos de reseñas detallando situaciones extremas y la solidaridad de estos caballeros de los océanos, sobre todo en las pruebas vuelta al mundo sin otro acompañante que uno mismo, pero sin duda algunos de los más famosos han sido los protagonizados por el “rey” LeCam o Isabelle Autissier entre otros.
El francés Jean Le Cam (apodado “el rey” por su reconocida trayectoria como navegante vuelta al mundo en solitario) ha vivido esta solidaridad desde sus dos puntos de vista: rescatado y rescatador.
En 2020 y durante la regata francesa de la Vendée Globe fue el coprotagonista de una escalofriante historia. El 1 de diciembre de ese año el también galo Kevin Escoffier (PBR) chocó a alta velocidad con un objeto flotante no identificado, viendo como su Imoca60 partía en dos y se hundía sin tiempo a mucha reacción. La embarcación más próxima era el “Yes We Cam” de Le Cam que, sin dudarlo y ante la llamada de emergencia de la organización de la prueba, modificó su rumbo y se dirigió a la posición del PBR. Tras casi 12 intensas horas de búsqueda la solidaridad y sangre fría de Le Cam dio sus frutos rescatando a Escoffier.

Pero el “rescatador”, que sin dudarlo y cuando iba en posición de podio escuchó la llamada de auxilio y consiguió dar un final feliz al incidente, ya había vivido desde el otro lado el significado de las palabras “caballeros del océano”.
En 2009 fue el propio Le Cam el que, tras haber perdido su quilla cerca del cabo de Hornos y haber volcado quedando su 60 pies boca abajo, estuvo en la misma situación que Escoffier años después. En esa ocasión fue Vicent Riou el que dejó de lado su lucha por la victoria para ir al rescate de Le Cam, una vez fue avistado por un avión militar chileno.

La solidaridad en la mar hizo también que la navegante solitaria francesa Isabelle Autissier viviera en sus propias carnes una situación similar, durante la prueba Around Alone en 1998. La francesa volcó con su embarcación y tuvo que ser rescatada por el italiano Giovanni Soldini, quien cambió su rumbo 180º y tras recorrer más de 200 millas náuticas consiguió rescatar a la francesa.
Todos los apasionados participantes en la Global Solo Challenge tienen muy clara una máxima antes de tomar la salida: la solidaridad entre ellos es una garantía en una prueba de este tipo. Riccardo Tosetto, William MacBrien, Dirk Gunst, Juan Mederiz o Philippe Delamare son algunos de los participantes en la Global Solo Challenge que saben de esta premisa.
Hay un dicho que dice: la vida te devuelve lo que das. En este caso la solidaridad de estos caballeros de los océanos es algo que va en su ADN como los Caballeros de los Océanos.

Imagen destacada: La regatista francesa Isabelle Autissier rescatada por el navegante italiano Giovanni Soldini durante la Around Alone race en 1998.