El gorrón, también llamado parásito o chupón, ha existido siempre. ¿Quién no conoce un gorrón o un chupóptero? A esta especie faunística, le gusta vivir a costa de los demás sin darle un palo al agua. Lo peor de esta especie es que no están en peligro de extinción, se aparean y proliferan como las hormigas y son indestructibles, con una moral a prueba de bombas.
Voy a hablarles acerca de esta especie jurásica: la expresión “ser un gorrón” es utilizada para referirse a aquella persona que se dedica a comer, beber, divertirse y en definitiva a vivir a costa de los otros. El término “gorrón” es un aumentativo de gorra, de la que han nacido muchas expresiones como “vivir de gorra”, “comer de gorra” -y así con todas las cosas que se pueden hacer cuando el que paga es otro-.
Los expertos sitúan el origen del término hacia finales del siglo XVI en los ambientes estudiantiles de la universidad de Salamanca, donde muchos de los alumnos que asistían no disponían de demasiado dinero para mantenerse, por lo que se las ingeniaban de cualquier manera para poder alimentarse sin pagar.
Una de las formas de poder subsistir era trabajando al servicio de otros estudiantes pertenecientes a familias ricas y que disponían de un importante poder adquisitivo. Éstos contrataban los servicios de sus compañeros pobres para que les hicieran recados y los tuvieran atendidos -una especie de criado o asistentes- pagándoles a cambio unas monedas e incluso dejando que los acompañaran a convites y banquetes, donde los estudiantes sin recursos comían y bebían gratuitamente, y se ponían como el quico, a coste cero.
Los estudiantes adinerados vestían portando un manteo capa larga con cuello derecho y bastante estrecho) y un bonete (especie de gorra, comúnmente de cuatro picos). Por su parte, los estudiantes sin recursos y que trabajaban al servicio de estos llevaban una capa clásica (hecha de tela barata) y una gorra. A estos sujetos se les conocía habitualmente con los términos: «capigorrista», «capigorra» o «capigorrón», que eran términos provenientes de unir las palabras capa y gorra.
Con el tiempo el apelativo hacia ellos quedó en un simple ‘gorrón’, aunque el Diccionario de la RAE sigue manteniendo las siguientes acepciones para los tres anteriores: capigorrista y capigorra como ‘Hombre ocioso y vagabundo’ y capigorrón como ‘Que tenía órdenes menores y se mantenía así sin pasar a las mayores’ además de “Dicho de un hombre: Ocioso y vagabundo”. La mayoría de expertos apuntan que del término ‘capigorrón’ acabó derivando el apelativo ‘gorrón’ para referirse a quien tiene por hábito comer, vivir, regalarse o divertirse a costa ajena.
Por otra parte, hay quien defiende que el término gorrón proviene también de esa misma época y de esos estudiantes sin recursos, pero no solo por el hecho de trabajar al servicio de sus compañeros adinerados, sino de colarse en banquetes y celebraciones de personas a quien no conocían y, siendo enormemente educados, hacían continuas reverencias con la gorra que portaban con todos con quienes se cruzaban, de este modo parecía que los conocían y que estaban invitados a tal evento.
Tampoco podemos olvidarnos de la costumbre de algunas personas de poner o pasar la gorra para que la gente le eche alguna moneda con la que subsistir, ya sea porque ha realizado una actuación callejera, ayudado a encontrar un sitio donde aparcar –los conocidos en muchos lugares como ‘gorrillas’– o simplemente para pedir una limosna.
Editor: Jorge Ponce Soto La Voz de la Historia